Los intelectuales defienden que la reforma educativa tenga vocación plural
Un grupo de catedráticos y escritores pide "tolerancia" con lenguas y culturas
Las asignaturas de lengua e historia deben ofrecer una visión plural de la variedad lingüística y cultural de España, por encima de cualquier tipo de enfoque centralista o periférico. Los catedráticos Juan Pablo Fussi y Jon Juaristi y los escritores Juan Goytisolo y José María Ridao coincidieron en esta conclusión en el debate que mantuvieron la semana pasada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para aportar su opinión sobre la reforma de la enseñanza de las humanidades que se propone aprobar la ministra de Educación, Pilar del Castillo, junto con la del resto de la secundaria.
Los cuatro intelectuales sostienen que, frente a los problemas que representan para la enseñanza de la lengua y de la historia tanto la influencia del nacionalismo español como la de los periféricos, la única solución es fomentar una educación "tolerante e integradora" de lenguas y culturas. Éstas son sus principales opiniones: - Juan Pablo Fussi. Catedrático de Historia Contemporánea. Afirma que "el fracaso educativo español es extraordinario" e ironiza con que este problema "es tan grave que nadie lo ha planeado, ni se puede culpar a ninguna legislación". Insiste en que el problema de la enseñanza de las humanidades requiere un debate a fondo, y se queja de que habitualmente "sólo se buscan soluciones parciales".
Fussi defiende la idea de que "la fragmentación de la visión de la historia, la realidad y la cultura española es consecuencia de la irrupción de visiones particularistas y muy diferenciadas que exaltan lo local frente a lo plural". Pero ante el peligro de la disgregación nacionalista recuerda al Gobierno central y a los autonómicos que "en lengua, y en todo, la obligación del Estado democrático es crear un clima jurídico donde pueda funcionar la sociedad".
El historiador atribuye la degradación de los estudios superiores a varios factores. Entre ellos, la generalización y el libre acceso a la universidad -"no se precisa mérito ni esfuerzo para acceder a ella"-, la inmovilidad de los alumnos, favorecida por el sistema universitario autonómico; y la prueba de selectividad, "que no es tal, sino una mala redistribución de los estudiantes en torno a las carreras que no han escogido".
- Juan Goytisolo. Escritor. Opina que "existe una necesidad absoluta de plantearse el problema de la enseñanza de las humanidades, porque se está convirtiendo en una nueva forma de calamidad pública". El autor de Señas de identidad destaca: "Ya no se puede plantear la enseñanza del latín y del griego, y mucho menos del árabe, como yo propuse de manera utópica en alguna ocasión. Ahora, el objetivo es frenar el deterioro constante del castellano".
Este escritor sostiene que el conocimiento de una lengua no excluye a las otras, y defiende que "es siempre mejor tener dos lenguas y dos culturas que tener una, y mejor tener tres que tener dos. Siempre es mejor añadir que restar". En la misma línea integradora, Goytisolo apunta la conveniencia de que las universidades españolas ofrecen estudios de literatura gallega, portuguesa o catalana.
En cuanto a los contenidos de historia, el autor de Carajicomedia recalca el temor a que la tradicional visión centralista, "que excluye a la periferia de la historia de España", sea sustituida por una "cacofonía de banderas, himnos, lenguas y escudos", en lugar de "acoger e integrar toda la enorme riqueza cultura peninsular".
- Jon Juaristi. Catedrático de Filología Española y director de la Biblioteca Nacional. Asegura que el ocaso de las humanidades es un fenómeno inseparable de la modernidad. Hace, además, hincapié en la necesidad de integrar los textos literarios en la enseñanza de la historia: "No es que la literatura sea necesaria para comprender la historia, sino que gran parte de nuestra comprensión de la historia nos viene a través de una historiografía de ficción o novelesca".El autor de El bucle melancólico explica que los españoles del siglo XIX aprendieron historia con las cerca de 8.000 novelas históricas que fueron publicadas en aquella época. Juaristi afirma que la misma tendencia es notable en los nacionalismos periféricos: "El nacionalismo vasco no tiene una historiografía académica o crítica, sino una construcción literaria del pasado".
- José María Ridao. Escritor. Asegura que la devaluación de las humanidades no es un problema exclusivo de la educación española. Ridao cree que la sociedad es cada vez más conformista y está inmersa en un "fenómeno general de jibarización del pensamiento, la política, los medios de comunicación, la novela, la crítica". El autor de Contra la historia propone recuperar el concepto de ciudadanía: "Una de las grandes tareas pendientes es arrojar una mirada nueva sobre nuestro pasado".
El ensayista aspira a que la reforma de la enseñanza de la historia proponga un relato histórico "integrador y tolerante", en sustitución del viejo relato nacionalista español del siglo XIX, del que a su juicio surgieron como reacción los microrrelatos de los nacionalismos.
"Una universidad de secundaria"
La crisis en la enseñanza de las humanidades no es un problema exclusivo de la educación secundaria. Los intelectuales afirman que el problema es extensible a los estudios superiores. Su tesis común es que la democratización del acceso a la universidad de los últimos 20 años ha supuesto una degradación de los contenidos y de la exigencia de los estudios superiores, que son equiparados al antiguo bachillerato.
Juan Pablo Fussi opina que la universidad actual cumple la función que tenían en el siglo XIX los institutos de segunda enseñanza. El historiador describe así el panorama: "Se imparten unos vagos estudios generales, poco especializados, con mínimas bibliografías. Todo se supedita al libro de texto, y cualquier encargo de trabajo con un mínimo de exigencia provoca irritación en el alumnado". Para Fussi tiene difícil arreglo una "universidad de funcionarios con una falta de flexibilidad absoluta para contratar profesores o fichar escritores y personalidades".
Juan Goytisolo señala como puntos negros de la educación superior en España los métodos de selección del profesorado, el paso de los alumnos del bachillerato a la universidad, los bajos presupuestos y el exceso de control que ejercen las administraciones sobre la educación. Además, Goytisolo lamenta que muchos profesores de universidad con ideas renovadoras tengan que "ocultar su pensamiento" hasta que superan la oposición y ganan una plaza.
Según Jon Juaristi, en España se está reproduciendo el mismo problema que en los campus estadounidenses, donde se predica una enseñanza no autoritaria y participativa en la cual los profesores se ven obligados a diseñar programas académicos atractivos para atraer a los estudiantes.
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