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Cinco meses con un submarino nuclear atracado en Gibraltar

El Gobierno español cambió ayer radicalmente el tono conciliador que ha mantenido desde que, el 19 de mayo, el Tireless atracó en Gibraltar. Las autoridades de Madrid aceptaron desde un principio, y sin cuestionarlas, las explicaciones del Reino Unido, con el argumento de que es un país aliado. El problema es que estas explicaciones han ido variando en un sentido cada vez más preocupante.En un primer momento se dijo que el sumergible sólo estaría en la colonia unos días, hasta ser remolcado a una base británica. Más tarde, se informó de la conveniencia de repararlo en la Roca, alegando que trasladarlo supondría un riesgo mayor. A finales de julio, el ministro portavoz, Pío Cabanillas, aseguraba que la reparación se había iniciado y se desarrollaba sin problemas, lo que no respondía a la realidad.

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Sin embargo, a mediados de agosto, cuando el asunto parecía olvidado, las autoridades gibraltareñas alzaron su voz frente a la metrópoli y advirtieron de que se opondrían a la reparación del Tireless si no recibían información detallada de los planes de la Royal Navy. Londres accedió a aplazar la reparación y a entregar documentación clasificada a los expertos designados por el ministro principal de la Roca, Peter Caruana.

Los alcaldes del Campo de Gibraltar se quejaron de la pasividad y falta de información por parte de Madrid y reprocharon que el Gobierno de una colonia de 30.000 habitantes hubiera conseguido más que el Gobierno de un país de la OTAN, con 200.000 ciudadanos en la zona. El presidente andaluz, Manuel Chaves, se hizo eco de la inquietud en la comarca y se dirigió al ministro Piqué para pedirle que exigiera el traslado del submarino.

A la vuelta del verano, tanto Piqué como su colega de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, acusaron a los socialistas de demagogia e insistieron en que el único problema del Tireless, que estaría solucionado antes de acabar el año, era una fisura de 2 milímetros en el circuito de refrigeración del reactor nuclear.

La decisión británica de retirar sus 12 submarinos del mismo tipo, el pasado fin de semana, y el reconocimiento de que se trata de un fallo estructural, echó por tierra esta versión y minó la credibilidad de las autoridades españolas.

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