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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Éxito contra ETA

La manifestación de ayer en Bilbao era una prueba sobre la sinceridad de la rectificación del PNV. El antecedente de lo ocurrido en la que siguió al atentado contra el socialista Fernando Buesa, en febrero pasado, invitaba al pesimismo. La dirección nacionalista convirtió aquella movilización en un acto de autoafirmación y de desafío a quienes habían reclamado del nacionalismo embarcado en Lizarra la ruptura de todo vínculo con el brazo político de los asesinos del diputado alavés. Algunos pronunciamientos recientes del lehendakari, Juan José Ibarretxe, y otros miembros de su Gobierno y el lema finalmentre elegido para la marcha dejaban abierta la oportunidad de una rectificación a paso de tortuga. La manifestación se atuvo al lema bajo el que fue convocada: "Paz. ETA no". El protagonismo fue de los ciudadanos y no se convirtió en un acto de reafirmación del lehendakari, como temían algunos, no sin fundamento. La asistencia del secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, fue relevante a la hora de demostrar que la decisión de los socialistas de participar en la manifestación era representativa de todo el partido. La presencia de los socialistas, así como la de otros colectivos como Gesto por la Paz y los sindicatos CC OO y UGT entre otros, ha impedido, en todo caso, que la manifestación de Bilbao pueda ser utilizada, como inicialmente pretendió Arzalluz, como una respuesta a la convocada por la plataforma Basta Ya hace un mes en Donosti. Otros datos, como la lectura del comunicado final por la viuda del ex gobernador civil de Guipúzcoa, el socialista Juan María Jáuregui, y la presencia de familiares de un edil del PP asesinado por ETA, apuntan también al inicio de un movimiento transversal en Euskadi hacia la recuperación de la unidad política y social entre los demócratas frente a la banda terrorista.

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La dirección del PNV, si se atiende a lo que pueda significar el desarrollo disciplinado de la manifestación, se ha mostrado sensible a la posibilidad de un pacto futuro con los socialistas. Aunque se verificase lo que una y otra vez repite Ibarretxe de que los resultados de unas elecciones anticipadas no variarán mucho el mapa electoral, el PNV no podría volver a pactar con EH sin una tregua; luego tendría que hacerlo con el PP o el PSOE para que salgan las cuentas. La manifestación de ayer constituía un ensayo de viabilidad de esa hipótesis. En todo caso, el debate previo entre populares y socialistas a cuenta de la manifestación ha sido un aviso para el futuro. Ambos partidos condicionaron su actitud a que el lema fuera claro; que no fuera una repetición más de la gimnasia equidistante de 'no a ETA y sí a los presos' o 'ETA, párate; Gobierno, muévete'. Pero sabían también que no podían ponerse en contra de algo que suponía para el PNV la oportunidad de rectificar y de sumar a la corriente anti-ETA a esa mayoría de votantes nacionalistas desconcertados con la deriva soberanista y con el mantenimiento de Lizarra tras el primer atentado, en vez de la ruptura inmediata que se había prometido. Otra expresión del dilema era que si bien es mejor manifestarse juntos que separados, tal vez también sea mejor que todos se muevan contra ETA, aunque cada uno lo haga desde sus convicciones, que rebajar éstas en aras de una unidad ficticia por el momento.

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La decisión de acudir o no a la manifestación no era de orden moral sino político. En todo caso, respaldar el llamamiento era más leal con el compromiso de sumarse si la consigna cumplía los mínimos de claridad contra ETA. En este contexto los acuerdos establecidos entre PP y PSOE en materia de política antiterrorista hubieran aconsejado una posición consensuada, sin imposiciones de parte. Una posibilidad que quedó anulada por el anticipado y público rechazo del PP a la manifestación aun antes de que se hiciera público su lema. A ello siguió una campaña de deslegitimación, incluso moral, de los socialistas por su decisión de acudir a la marcha.

La lealtad en la lucha antiterrorista no puede significar, como parece pretender el PP, la obligación de secundar hasta las detalles tácticos más discutibles. Porque no existe una alternativa del PP al actual Gobierno nacionalista, sino una alternativa que requiere el entendimiento de PP y PSOE en la defensa del ámbito estatutario. Para ello no puede ser de obligado cumplimiento rechazar todo contacto con el PNV. La hipótesis del PP es que el PNV no quiere pagar nada por su error, y que está dispuesto a prolongar la agonía de Ibarretxe y el deterioro de la situación hasta límites inaguantables. Es una hipótesis verosímil, pero desastrosa. Si aparecen síntomas de rectificación, ¿habría que ignorarlas? No parece lo más razonable.

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