Emblemas
Un emblema es un jeroglífico, un símbolo. Lo normal es que los emblemas vayan acompañados de versos o lemas que declaran el concepto o moralidad que encierra el jeroglífico en cuestión. Eso dice el diccionario.Un proyecto emblemático -según la útil convención que es el lenguaje- sería, pues, un designio jeroglífico que entrañaría una concepción del mundo, que ocultaría una serie de convicciones morales que sólo se desplegarían en el devenir de su ejecución.
Eduardo Zaplana ha acuñado la expresión y gusta de reiterarla. Cuando el presidente alude a "un proyecto emblemático" todas las voces callan. Los designios jeroglíficos no admiten discusión.
El gran parque de atracciones construido durante los últimos años en una cantera de la zona más desértica de Benidorm ha crecido auspiciado por la Generalitat. Pero se ha alimentado, sobre todo, de su supuesto carácter emblemático. Nadie ha osado levantar la voz contra una obra avalada desde la altura institucional. Cualquier comentario crítico ha chocado con la condición axiomática de la orden superior y se ha asimilado a una voluntad mezquina de empañar el feliz destino de todos los valencianos. Por si fuera poco, el proyecto fue bautizado como Terra Mítica, un nombre que no deja lugar a las resonancias porque viene a situarse en el origen de cualquier reminiscencia.
Pero la condición humana se empeña en reproducir su propia pequeñez a cada paso. Y las zancadas con las que se han levantado montañas rusas y palmeras al pie de un cortado abrasado por el sol multiplican esa impresión.
Los responsables de Terra Mítica son incapaces de traducir en pesetas contantes y sonantes el coste del esfuerzo titánico que han supuesto las obras. ¿Acaso deben someterse a pequeñeces contables los proyectos emblemáticos? Es lo que parecen pensar. Desgraciadamente, la moneda es una convención tan útil como el lenguaje y sirve para tasar, a la postre, la riqueza conceptual de ciertos designios jeroglíficos.
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