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Preocupación en Defensa por el alto absentismo de la tropa profesional

Miguel González

La profesionalización de las Fuerzas Armadas, especialmente por las difíciles condiciones en que se está realizando, ha planteado a los mandos militares problemas hasta ahora inéditos. No es el menos grave el alto absentismo de la tropa profesional, sin parangón entre los soldados de reclutamiento forzoso. Para hacer frente a este problema, especialmente agudo en la Armada, se han puesto en marcha planes de choque consistentes en enviar médicos militares a los domicilios de los enfermos para comprobar su estado de salud.

Protesta pasiva

Sin que ninguna enfermedad contagiosa lo justificase, en algunas unidades de la base naval de Rota (Cádiz) se han alcanzado porcentajes de hasta el 30% de bajas entre la marinería profesional mientras que en la brigada mecanizada de Cerro Muriano (Córdoba) se ha llegado al 15% de absentismo entre los soldados.Este problema no se planteaba con los reclutas de la mili, cuya salud controlaban los propios médicos de las unidades. Obtener la baja tampoco era demasiado deseable, pues suponía quedarse encerrado en el cuartel.

En cambio, los soldados profesionales tienen su propio médico de cabecera, que pertenece al ISFAS, la Seguridad Social de las Fuerzas Armadas, o a una mutua privada cuando no hay hospital militar en su localidad, lo que ocurre con frecuencia.

Si un soldado profesional se siente mal sólo tiene que acudir a su médico, como cualquier otro trabajador, y pedirle la baja. El facultativo, lógicamente, no se la niega antes de comprobar que su estado de salud es bueno, lo que lleva su tiempo. Como la mayoría de los soldados profesionales viven fuera del cuartel basta con que comuniquen su ausencia y remitan el certificado médico.

El problema radica en que si el soldado o marinero se indispone justo el día en que su buque debe zarpar o su unidad salir de maniobras las consecuencias de la falta se prolongan durante semanas. Y es precisamente en esos días críticos en los que se dispara el absentismo, según admiten fuentes militares.

Para atajar esta picaresca, tanto la Armada como el Ejército de Tierra han puesto en marcha planes de choque. Siguiendo el ejemplo de algunos médicos de empresa, el personal sanitario militar ha asumido funciones de inspección y se dedica a visitar en sus domicilios a los soldados de baja y comprobar que su enfermedad es real. Esta medida ha permitido reducir a la mitad, en algunos casos, el porcentaje de ausencias.

Pero una de las mayores carencias de los ejércitos es precisamente la de médicos y ATS. La mili obligatoria nutría a las Fuerzas Armadas con miles de licenciados sanitarios de forma gratuita. Eran ellos quienes atendían los botiquines de los cuarteles.

Ahora, el Ministerio de Defensa tiene que salir al mercado de trabajo en busca de médicos y ATS. Lógicamente, no abundan entre los aspirantes a soldado profesional, a los que se paga menos de 100.000 pesetas al mes.

La única salida pasa por ficharlos como oficiales de complemento, a los que se ofrece una relación laboral de carácter temporal. Pero no va a ser fácil competir salarialmente con el sector privado e incluso con el público.

Más difícil aún, admiten las fuentes consultadas, es combatir las causas de ese absentismo. Entre los soldados profesionales, como en cualquier otro colectivo, los hay aficionados al mínimo esfuerzo. La falta de aspirantes ha obligado en los últimos años a admitir prácticamente a todos los que han querido ingresar en el Ejército Y no todos eran igualmente recomendables.

Pero la extensión del problema, reconocen algunos mandos militares, revela que el absentismo responde a algo más profundo, a una especie de protesta pasiva.La acuciante carencia de marineros profesionales ha hecho que, en ocasiones, los tripulantes de un barco recién llegado de maniobras hayan sido alistados a la fuerza en otro buque dispuesto para zarpar con objeto de completar su dotación. Más frecuente todavía es que, tras una larga travesía, hayan tenido que hacer guardias al llegar a puerto.

La Armada ya ha dado instrucciones para evitar que estos casos se repitan y garantizar que los marineros disfruten de un mínimo descanso, aunque sea al precio de que no salga algún barco.

Pero no basta con eso. El nuevo reglamento de retribuciones, que ultima Defensa, incluirá un plus económico para compensar la especial penosidad que supone el destino embarcado. Hasta ahora, estos pluses sólo están previstos para los soldados destinados en Ceuta, Melilla, los archipiélagos y el Valle de Arán y las dietas por maniobras o días de navegación no compensan el esfuerzo.

"El absentismo en la tropa profesional efectivamente es un problema", admitió el día 11, en el Congreso, el subsecretario de Defensa, Víctor Torre de Silva.

La profesionalización de la Marina hace agua

"La profesionalización del Ejército del Aire va bien; la del Ejército de Tierra, regular, aunque con dificultades; la de la Armada, francamente mal". Responsables de Defensa y de Marina coinciden en este análisis. No puede ser de otra forma, pues los datos son contundentes. A la última convocatoria de tropa profesional, de 9.373 plazas, se han presentado 7.871 aspirantes, lo que equivale a 0,83 candidatos por puesto.Pero esta proporción es engañosa: la Fuerza Aérea ha tenido 2.178 aspirantes (2,14 por plaza); la de Tierra, 4.725 (0,79), y la Armada, 968 (sólo 0,40). No es la primera vez que sucede.

Aproximadamente la mitad de los aspirantes se acaba incorporando a filas. El porcentaje de quienes se reenganchan supera el 70%, pero ha caído casi diez puntos en los últimos años.

Defensa espera acabar diciembre con unos 82.000 soldados profesionales, contando los alumnos, de los 85.000 previstos y su objetivo es ahora llegar a 100.000 en enero de 2002.

En la convocatoria de noviembre se introducirán algunas novedades -como territorializar las plazas y reducir el tiempo de compromiso- para estimular el alistamiento en la Armada. Además, se convocarán 950 plazas para tropa permanente.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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