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Diecinueve muertos y varios desaparecidos en las riadas de Italia

El fuerte temporal de lluvias que se abate desde hace cuatro días sobre el noroeste de Italia empezó a remitir ayer, dejando atrás un panorama desolador: pueblos arrasados, carreteras y líneas férreas cortadas y miles de personas evacuadas. Hasta ayer habían sido recuperados 19 cadáveres en Valle de Aosta y Piamonte, las dos regiones más afectadas por la catástrofe. Prosigue la búsqueda de una decena de desaparecidos.

El Gobierno italiano, que decretó el estado de emergencia en la zona afectada, ha aprobado ayudas extraordinarias por valor de 17.000 millones de pesetas para hacer frente a la crisis. Los temores de Protección Civil se centran ahora en el río Po, que ha experimentado una fuerte crecida, desplazándose hacia Emilia-Romana, la región del centro-norte de Italia, lo que ha obligado a evacuar a 12.000 personas por precaución. Turín, capital del Piamonte, presentaba ayer un aspecto impresionante. Las aguas del Po discurrían al borde de las arcadas de los puentes; decenas de barriadas sufrían los efectos de las inundaciones, sin luz eléctrica; la mitad de la ciudad no disponía de agua potable; las escuelas suspendían las clases por segundo día consecutivo y la Fiat cerraba las puertas de los establecimientos de Mirafiori y Rivalta por falta de materiales.

Las comunicaciones ferroviarias y por carretera con la vecina región de Valle de Aosta seguían interrumpidas, aunque la línea férrea que une Turín con Milán entró en funcionamiento por la tarde. El alcalde de la ciudad, Valentino Castellani, culpó de la catástrofe -que solo en Piamonte se ha cobrado dos vidas y ha causado pérdidas por valor de 16.000 millones de pesetas- a la falta de una política de "prevención". "Sobre el territorio se actúa solo cuando se produce el desastre", se lamentó, pese a que en esta ocasión Protección Civil, que ha empleado más de seis mil personas (muchos de ellos voluntarios) en los trabajos de ayuda y evacuación de las zonas castigadas, ha recibido tímidos elogios de los ecologistas.

La situación más grave es la del Valle de Aosta, donde decenas de pueblecitos han sido literalmente barridos del mapa por la furia de las aguas, que han provocado desprendimientos en todo el territorio. El primer ministro italiano, Giuliano Amato, ha declarado que no se escatimarán medios para poner en marcha las infraestructuras destruidas por el temporal.

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