A los famosos se les quebró la voz
Artistas, políticos, periodistas y toreros visitaban la consulta del otorrino Muñoz Cariñanos y formaban parte de su círculo de amistades
Los mejores artistas del flamenco y la copla enmudecieron ayer al saber que ETA había acabado con la vida del hombre que mejor cuidaba sus gargantas. Rocío Jurado, Isabel Pantoja, Chiquetete, Raphael, María del Monte, El Lebrijano, Naranjito de Triana, José Menese, Chano Lobato y el ya fallecido Camarón de la Isla, eran algunos de los más ilustres pacientes, y amigos, del doctor Antonio Muñoz Cariñanos, nacido en Madrid hace 58 años. El coronel médico asesinado -especialista en otorrinolaringología aunque también trabajó como cirujano y traumatólogo tras licenciarse- trataba las cuerdas vocales de famosos cantantes, comunicadores, toreros y políticos de ambos lados del Atlántico y su teléfono no conocía horarios para ellos.Así, Muñoz Cariñanos tuvo un largo contacto profesional y personal con el periodista Carlos Herrera. "Más que afectado estoy indignado. Era un hombre vitalísimo; si te quedabas mudo ya sabías lo que había que hacer: llamar a Cariñanos". Herrera sufrió un intento de atentado por parte de la banda terrorista en la primavera pasada, cuando recibió en la sede de Radio Nacional en Sevilla un paquete bomba camuflado en una caja de puros. El popular locutor tuvo su último encuentro con el médico el pasado día 12. "Él no habló para nada de sus temores. Al revés, se interesó mucho por mi asunto", recordó ayer Herrera desde Miami.
De su primer matrimonio, Muñoz Cariñanos tuvo dos hijos: Macarena, que trabaja en una oficina de Caja Madrid en la capital y que está embarazada; y Pablo, que está preparando el MIR para ser médico en la misma especialidad que su padre. Tiene un tercer hijo, Antonio, de siete años. En la actualidad el coronel asesinado vivía con Carmen Romero, que trabajaba con él en la consulta y que ayer fue testigo del atentado.
Coronel desde hace seis años, todos daban por supuesto que su ascenso a general no tardaría en llegar. La medicina ocupaba al completo su vida profesional: era el director de la Policlínica del Mando Aéreo del Estrecho, en el barrio hispalense de Tablada, y Jefe del Departamento de Otorrinolaringología, en la Clínica Sagrado Corazón de Sevilla.
Pasaba consulta a media tarde en su piso del callejón Padre Cañete, en pleno centro de Sevilla, el lugar donde fue asesinado ayer. El Centro Andaluz de Voz, un par de calles más allá, donde impartía clases y educaba la voz a sus pacientes, completaba su ocupación profesional.
Algunas noches las pasaba en la consulta privada, pero su casa, recién rehabilitada, estaba en Gines, un pueblo del Aljarafe Sevillano, a pocos kilómetros de la capital andaluza. Allí recibía a sus amigos, entre los que se encontraban los más famosos cantaores y artistas de copla del país. Muñoz Cariñanos dejaba de ser entonces médico y se convertía en amigo. En el chalé escuchaban flamenco, la gran pasión del militar, y "comían chuletitas", como recuerda el cantaor Nano de Jerez.
Los cantantes se quedaron ayer sin voz. Emocionada, María José Santiago recordó la última visita que le hizo en su consulta para ponerse la vacuna antigripal. "Me dijo que él ya se la había puesto. Después, esta semana pasada, vino a verme al teatro Lope de Vega, donde yo actuaba. No pude saludarle entonces. Me mandó un beso". "Simpático, agradable, cariñoso, campechano y afable". Todos los artistas coincidían ayer con la voz ahogada en los mismos calificativos.
Muñoz Cariñanos gustaba de disfrutar de las tradiciones de Sevilla: la Semana Santa, la Feria, la romería del Rocío. Cada viernes, a la salida de la clínica de Tablada, se citaba con sus amigos para tomar unas tapas.
Al humorista Paco Gandía se le borró ayer su eterna sonrisa. Amigos íntimos, Gandía recordó cómo intercambiaron chistes hace una semana "tomando copitas en un bar". "Era un tío extraordinario, de unas cualidades excepcionales y un gran sentido del humor. En cualquier acto benéfico estaba él. Operó a mis dos nietos de amígdalas y se ocupaba de todos los artistas. Jamás cobraba un duro", rememora Paco Gandía, que recuerda al médico con su inseparable pajarita "y su americana, muy de ese estilo clásico inglés".
Una de las últimas artistas que recibió sus consejos médicos fue la cantante Mónica Naranjo, con motivo de su actuación en Dos Hermanas (Sevilla) la semana pasada. La coplera Paquita Rico sólo tenía ayer palabras de horror en la boca: "No puedo decir nada, estoy muerta, era un excelente médico, un amigo, un encanto. El más amable y simpático del mundo", dijo la cantante. "Era un hombre fuera de lo normal y por eso se lo han cargado", buscaba una explicación María José Santiago. "Esto tiene que acabar, tiene que terminar", se repetía de forma automática.
Muñoz Cariñanos se saltó ayer su costumbre de acudir a tomar café en el bar Minueto, al lado de su consulta. La hija del dueño decía que el médico le contó que tenía previsto atender a Julio Iglesias. Su horario de trabajo era intenso. A su jornada de la mañana en Tablada le seguían cinco horas vespertinas. Artistas y amigos coinciden en señalar que la previsible jornada de Muñoz Cariñanos le convertía en un objetivo fácil, pero su amigo Paco Gandía no recuerda haberle oído hablar nunca de miedo a un atentado: "Yo nunca le veía con escolta. Con la forma de ser que tenía eso ni se le pasaba por la cabeza, aunque supongo que tomaría sus precauciones pero nunca manifestaba nada sobre eso". Tampoco Nano de Jerez, que ayer estaba "nerviosito y descompuesto", sin creerse todavía lo que había pasado, le oyó comentar nunca preocupación alguna por su vida.
"Alguna vez hablamos de eso, pero él no tomaba ninguna medida extraordinaria, estoy seguro", dice, sin embargo, el presidente del Colegio de Médicos de Sevilla, Isacio Figuero-Zurdo, quien se define "ante todo, como un amigo" de la víctima.
Muñoz Cariñanos fue vocal del Colegio de Médicos y siempre guardó excelente relación con la medicina civil: "Era un especialista de primera división", dijo Figuero-Zurdo.
Políticos y toreros completaban su agenda de pacientes conocidos. La mayoría de ellos acababan siendo sus amigos y visitando su casa. Allí, Muñoz Cariñanos, muy orgulloso de su condición castrense, mostraba sus colecciones de uniformes militares, material sanitario antiguo y réplicas de buques y aeronaves. "Le regalé un avión en miniatura de chapa con un reloj, que tenía puesto en su casa", recordó ayer Paco Gandía.
"Ha curado la voz a media España. Los que cantan mal es porque no han ido a su consulta" afirmó su sobrino, Francisco Sepúlveda, que trabajó en la clínica de la calle Padre Cañete hasta hace dos años. "Fue mi maestro y amigo", recordaba.
Cuando ayer sonó el teléfono de Naranjito de Triana, otro de sus pacientes, una voz de mujer se mostró horrorizada y temerosa. "Ya sé por qué llaman, por el médico. Pero es que ya no sabemos qué decir, nos da hasta miedo, porque estos tíos están aquí", dijo asustada por el último atentado de ETA en Andalucía.
El Colegio de Médicos de Sevilla ha decidido nombrar a Muñoz Cariñanos Colegiado de Honor a título póstumo, según acordaron ayer tarde en una reunión convocada con carácter de urgencia. Los colegas reconocen con este título "su labor médica y humanitaria".
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