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Tribuna:BALONCESTO Empiezan las ligas europeas
Tribuna
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Llega la modernidad

La modernidad ha llegado al baloncesto europeo. Hoy arranca la Euroliga y no hay otro camino que celebrarlo. Lo que no supieron o pudieron hacer los clubes de fútbol, lo ha conseguido el baloncesto, y es digna de aplauso su valentía para romper con el poder establecido. Estamos a punto de cruzar el umbral del siglo XXI y no resulta de recibo la dependencia de los clubes de entidades como la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA), la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), la Unión Europea de Fútbol (UEFA) o cualquier estamento en el que no manden los auténticos dueños del cotarro: los clubes.Éstos tienen que ser considerados como tales por la simple razón de que son ellos los que ponen encima de la mesa su dinero. Ellos se lo juegan, lo arriesgan, lo ganan y lo pierden. Son los clubes los que pagan a los jugadores, los reyes de la fiesta. No es fácilmente digerible que en estas circunstancias queden expuestos a las decisiones de unos que no se juegan la pasta (siempre ganan) y que en demasiados casos no parece interesarles nada más que su propia supervivencia. Y encima deciden sobre aspectos tan importantes como derechos de televisión, calendarios, reglas o arbitrajes. Cuesta entender la supuesta necesidad de tales colectivos. Más ahora cuando el deporte vive una profesionalización extrema y los recursos económicos que se manejan crecen de manera casi exponencial.

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En la mayoría de los casos se trata de organizaciones con inequívoca tendencia inmovilista. En fútbol, sólo la amenaza de los clubes más poderosos posibilitó la nueva Liga de Campeones. Si fuese por la UEFA, todavía andaríamos con la arcaica y poco rentable Copa de Europa. En baloncesto, ni siquiera se han movido ante el órdago de los clubes. No sólo eso, sino que dado el importante paso, lo único que se le ha ocurrido al incombustible secretario general de la FIBA, Borislav Stankovic (¿cómo es posible que siga en danza tal personaje?), es una velada amenaza sobre lo único que les queda, las selecciones.

No hace falta profundizar mucho para vislumbrar lo que puede deparar la doble competición continental que sólo la ceguera, ambición y prepotencia de la FIBA ha provocado esta temporada. Por una parte, en la Euroliga, se encuentra el 99% de los equipos poderosos del continente, un sistema de competición basado en las eliminatorias de play off (lo más atractivo y claro para el aficionado), árbitros bien pagados y bastante dinero privado soportando la apuesta. En el otro, el Panathinaikos, actual campeón europeo, y la caspa; los árbitros teledirigidos y los derechos de televisión vendidos a precio de saldo. La elección no admite dudas. Tanto que más tarde o más temprano la FIBA comprenderá que se le acaba el chollo y se tendrá que apear del burro en el que está subida. Tiempo al tiempo.

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