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BALONCESTO Empiezan las ligas europeas

Dos torneos, dos campeones

Robert Álvarez

La temporada de baloncesto no podía empezar de peor manera. La Liga española se ha puesto en marcha herida de muerte por el conflicto entre la ACB, por una parte, y la federación y el sindicato de jugadores españoles, por otra, a raíz del conflicto sobre los jugadores de países con acuerdos de asociación con la Unión Europea. Con ese conflicto en plena efervescencia, empieza esta semana la máxima competición europea escindida en dos torneos: la Suproliga, que es el oficialista y que continúa auspiciando la Federación Internacional (FIBA), y la Euroliga, de reciente creación y en el que se han integrado los clubes españoles y una buena parte de los grandes conjuntos europeos.La división del baloncesto refleja las contradicciones, por el momento irreconciliables, entre los clubes más profesionalizados y las estructuras arcaicas en las que esos mismos clubes convivían hasta ahora con el baloncesto aficionado. El conflicto de intereses se veía venir. Cuando la FIBA pretendió disponer del dinero en juego en la competición por su cuenta y riesgo y sin contar con los clubes implicados, la rebelión estaba servida. La intransigencia del secretario general de la FIBA, Borislav Stankovic, ha impedido cualquier posibilidad de arreglo.

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La consecuencia de todo ello es que en la primera quincena de mayo habrá dos campeones de Europa. La confusión va a ser directamente proporcional a la dispersión de fuerzas y, por tanto, a la fuerza de credibilidad de ambos torneos y del baloncesto europeo en general.

¿Qué legitimidad podrán tener los dos próximos campeones de Europa? El que salga de la Suproliga lo hará sin haberse medido con el Bolonia de Meneghin, Fucka y Myers, ni con el Olympiakos de Radja, Rivers y Papanikolau, ni con ninguno de los cuatro clubes españoles, entre otros. Y el que se erija campeón en la Euroliga habrá eludido al vigente campeón, el Panathinaikos, o a clubes con un respetable potencial como el CSKA de Moscú, el Ulker de Estambul y el Maccabi Tel Aviv.

Ambas partes -Euroliga y Suproliga- están condenadas a entenderse como tendrán que hacerlo también la ACB y la Federación Española de Baloncesto, pero mientras no lo hagan el que va a salir perdiendo es el baloncesto y sus aficionados, que esta temporada tienen que andar con mil ojos para ver si la Unión Europea da una solución al conflicto en la Liga española y para juzgar quién acaba siendo, a su juicio, el verdadero campeón de Europa.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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