"En la magia nunca hay que buscar lo que está detrás del truco"
Ya en la niñez, Pedro Alegría (Vitoria, 1957) dejaba a sus once hermanos boquiabietos con sus mágicos trucos de cartas y de pañuelos. Doctor en Matemáticas y profesor en la Facultad de Ciencias de la Universidad del País Vasco (UPV), nunca ha abandonado su pasión por la magia. Este curso simultanea la docencia de las disciplinas más lógicas con la enseñanza de la magia, en el taller de la UPV, a alumnos de Ciencias Exactas, Periodismo o Ingenieros, entre otros muchos. Durante la entrevista a veces, acompaña sus palabras con divertidos trucos de monedas.Pregunta. Es llamativo que la magia se enseñe en un aula universitaria.
Respuesta. Y lo es. Pero la oportunidad llegó de la mano de los nuevos planes de estudio que permitían esa posibilidad. Siempre hay una serie de créditos de libre elección, y entre ellos, la magia.
P. ¿Cómo se forma un mago?
R. Intentamos enseñar técnicas a un nivel básico y, más que nada, tratamos de enseñar lo que hay más allá: no sólo lo que el público ve, sino lo que puede no ver. Es decir, qué hay de psicología, de labor de presentación, de desarrollo de una personalidad, etc. En la magia tiene que estar todo muy perfectamente estructurado a la hora de actuar. Todo ese tipo de detalles es lo que se intenta enseñar. Nos gusta también enseñar a los alumnos efectos [trucos] sencillos para que vean el éxito que pueden tener; cómo pueden entrar en ciertos grupos, cómo pueden adaptarse a otros o hasta seducir. "¡Ah, el mago, hazme un truco!", dicen y hay que estar preparado.
P. ¿Detrás de la magia hay más habilidad manual o más inteligencia?
R. Hay muchas especialidades. Unas se centran mucho en la habilidad manual, lo que se llama prestidigitación; pero en el escenario lo que se ve más es la presentación. Se muestra una especie de producto y se trata de que la gente pase un rato agradable. Un buen guión, una buena presencia, un momento cómico, todo eso es lo importante.
P. Los magos han pasado de sacar un conejo de un sombrero a hacer desaparecer un avión de pasajeros.
R. El mago siempre intenta ir un poco más allá de lo que la gente está acostumbrada a ver. Antiguamente no existían esos efectos tecnológicos, cualquier cosa sorprendía. Ahora es muy difícil sorprender incluso a un niño. Entonces, ¿qué pasa, que no es posible, según la física, cortar a una mujer?, pues la cortamos. También influyen mucho las modas y ahora se llevan los grandes espectáculos. Sin embargo, lo más difícil no es hacer el gran espectáculo, sino conseguir la financiación. Yo diría que en magia casi todo es posible.
P. ¿Quién engaña más, el mago o el espectador que no quiere saber qué hay detrás?
R. Hay una pelea. La gente cree que se trata de que el mago engañe y de que el espectador evite ser engañado. Y, en el curso, queremos evitar eso. En la magia nunca hay que buscar lo que está detrás de un efecto -no nos gusta la palabra truco-, porque te estás perdiendo la sorpresa, la ilusión. Que más adelante puedas tener una mente crítica, no tiene nada de malo.
P. ¿Qué es un mago?
R. Una persona que trata de divertirse y de divertir escapándose de la lógica y creando sorpresa; pero la sorpresa sola no vale, tiene que ser sorpresa con ilusión. El espectador tiene que pensar "aquí ha pasado algo que no entiendo".
P. ¿Cómo se concilia la lógica de las matemáticas con la magia?
R. En la magia hay muchas cosas que son lógicas. Hay una rama de la magia, que estoy estudiando ahora un poco más, que es lo que llamamos magia matemática: efectos de magia que se basan en propiedades matemáticas. Hay muchos magos que utilizan la lógica sin saber que lo hacen, que hay una base matemática detrás. Hay casos en que tienen relación; en otros es más la habilidad o lo que llamamos missdirection; es decir intentar hacer un truco en el momento en que el espectador no se está fijando. Distraer al espectador con la palabra, con la mirada o con otra cosa, que es más un detalle psicológico que uno técnico.
P. Aprender una técnica muy elevada para que parezca natural.
R. Claro, claro; y eso es lo más difícil. Tiene que quedar perfecto, porque si falla algo, se pierde completamente la ilusión. Tiene que sorprenderse incluso al propio mago.
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