Bayona de Gascuña
La cumbre europea de Biarritz ha suscitado un conjunto de respuestas abertzales que son reocupantes dado su alto grado de inadecuación al actual contexto europeo. Se trata de manifestar una reivindicación de territorialidad, habiendo escogido para ello el peor de los escenarios. Al error político se suma el error histórico. Ese iparralde, que no es Norte sino Este aunque siga siendo un misterio el punto de referencia, es revelador de la disonancia existente entre el eje magnético terrestre y a subjetividad del eje existencial abertzale. Porque lo que caracteriza al conglomerado multicultural bayonés-biarrota es su carácter de frontera, de límite discontinuo entre las tierras gasconas y occitanas y el estricto País Vasco. Hábitat de gentes de lengua, cultura e identidad gascona bien probadas. Y si bien nadie duda que en su seno existían y existen núcleos vascos, cuna de vascos ilustres, así como núcleos judíos, agotes o moriscos expulsados de España (barrio Mouriscot de Biarritz), su adscripción territorial debe referirse a Gascuña, a las tierras de lengua "oc".Bayona, desde sus orígenes romanos, se ha constituído como una entidad política difrenciada de su entorno vasco dominado por los señores de la tierra, cabezas de los linajes labortanos. Y todo ello desde un sopote cultural propio. La lengua propia de Bayona, el gascón bayonés, deriva evolutivamente del latín hablado en la ciudad romana primigenia, si bien dentro del complejo mundo de dialectos de una lengua matriz, "la langue doc". Su carácter fronterizo ha supuesto una secular convivencia con el vascuence, que llega a adquirir color local matizado. Hoy el francés es la lengua materna de la casi totalidad de la población y no es aventurarse afirmar que lo es con carácter irreversible. La firme decisión de los revolucionarios de 1789 tendente a la eliminación de los "patois" y la implantación de una lengua nacional común y de más largos vuelos, ha cumplido en nuestro caso su papel de brillante síntesis cualitativa superadora del viejo pugilato vasco-gascón.
Y qué decir de Biarritz, de tan oscura historia antes del siglo XI. Sabemos de principal actividad, la pesca de la ballena. Pero con el condicionante de que el derecho de pesca era propiedad del rey o del duque de Aquitania. Un cierto Vital de Bielle, gascón, compró ese derecho al duque aquitano, dependiendo el control de la pesca, desde entonces, de Bayona, no sin dar lugar a enconadas disputas. Suceso que informa sobre el peso peso económico y social de la burguesía de Bayona, paralelo, en tanto que fenómeno histórico, al nacimiento de la buguesía europea como clase. El agotamiento de los bancos de pesca y consiguiente decadencia de la actividad, provoca la emigración masiva a Pasajes de muchos biarrotas que fundan allí una colonia de habla gascona. Y no es casual tal suceso si se recuerda que Pasajes dependía de San Sebastián, en razón del fuero easonense, villa, entonces, de predominante demografía y lengua gasconas.
Todavía en 1906, y a consecuencia de las recientes algaradas anticlericales, habla la prensa de plebe biarrota que profería "odieux propos patois"; vamos, que hablaba en gascón, si bien muchos biarrotas eran vascoparlantes y de origen vasco. Es decir, que puestos a recaer en mitologías nacionalistas, que no por objetivamente trasnochadas dejan de constituir el subtentáculo subjetivo de tantos, esta parte de la costa atlántica dificilmente formaría parte de Vasconia, sino más bien de esa Occitania que se extiende de Burdeos a Niza. Frontera lingüística, límite étnico y también de clase social y modo de producción, que será inevitable fuente de conflictos entre la "civitas" gascona y la tierra vasco-parlante.
Aquella Bayona post-romana que en el Tratado de Andelot de 587 fue entregada por Gontran de Borgoña a su sobrino Childeberto II, rey de Austria, emerge tras los negros años de la conquista normanda, la historia de San León obispo de Bayona y los avatares, tan ligados a la política de su obispado, como una ciudad potente y autónoma que debe a la administración inglesa (entre 1155 y 1451) estabilidad y protección. Paralelamente, la organización del Vizcondado de Laburdi perfila mejor el tema. Sancho el mayor de Navarra, "rey de las Españas", establece el vizcondado, cargo funcionarial en su origen, en la persona Lupe Sánchez, tras cesión del duque de Aquitania. Por poco tiempo vizcondado y ciudad se confundirán políticamente, ya que en el 1193 el vizconde de Laburdi cede definitivamente su derechos al rey de Inglaterra y traslada su residencia a Ustaritz. Se consuma así la separación entre la ciudad burguesa y la tierra llana controlada por los señores cabeceras de linaje.
Son los reyes ingleses Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra quienes otorgaran los fueros-carta, "Coutumes de la Ville", que consagrarán esta Bayona autónoma, culturalmente occitana, políticamente inglesa, puerto comercial de Navarra, que mira al mar y se relaciona más con sus primos gascones de San Sebastián que con la tierra que le circunda. Y marcando férreamente los límites, la frontera y los peajes. No resulta extraño por ello que en la guerra de los Cien Años, Bayona, como Burdeos y La Rochelle, ciudades burguesas y comerciantes resistan ferozmente al empuje de los ejércitos feudales del rey de Francia. El 21 de agosto de 1451 los franceses conquistan, por fin, Bayona, y comienza una época de debilitamiento comercial y pérdida de autonomía municipal. Con la Revolución, Bayona entra a formar parte de la República Francesa una e indivisible.
Venga todo esto a cuenta de ese desafortunado intento, en el fondo imperialista, que trata de "territorializar" como vasco lo que siempre ha sido otra cosa. De tratar de reducir a un anacástico intento de "construcción nacional" la formidable secuencia de sucesos políticos, de pluralidad de lenguas, culturas y gentes, que constituye la verdadera historia de Vasconia. Y en este caso sumergir tierras gloriosas de lengua y cultura mezcladas, baluartes de autonomía municipal y de la ilustración burguesa en esa Euskalherria de Arnaldo Otegi y sus secuaces que no pasa de ser una necia jaculatoria y además cateta.
Si Vasconia, Euskalherria, llega a ser algo que valga la pena lo serán recogiendo su verdadero estilo de tierra de paso de culturas, mescolanza de gentes, pluralidad de lenguas y de talantes. La única Euskalherria existente es la que sirva para amalgamar en la pluralidad y la diferencia las distintas Vasconias reales que le subyacen, tanto territoriales como socioculturales.
Y que Urtzi nos guarde de nacionalismos de tiralineas, lechos de Procusto y cenobios de frailes-soldados. Amén.
José Antonio Ayestarán Lecuona es psicólogo clínico y escritor.
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