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LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO

El Vaticano marca distancias con los nacionalistas vascos

La asistencia del cardenal Sodano al Día del Pilar se ve como un desagravio al Gobierno

Las relaciones entre la Santa Sede y España están sometidas a fuerte tensión por el nacionalismo vasco, de profunda raíz eclesiástica, que lucha por hacerse oír en el Vaticano. La asistencia, el pasado jueves, del cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano, a la fiesta nacional española en Roma, se interpreta como una suerte de desagravio al Gobierno español, tras la irritación que produjeron los rumores de una posible mediación de la Santa Sede en el conflicto vasco. Fuentes consultadas califican de moderada la influencia de los jesuitas, principal voz del nacionalismo vasco en el Vaticano.

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En la homilía de la misa concelebrada el Día del Pilar, el cardenal Sodano, antiguo nuncio en Chile, dejó caer un torrente de elogios a España, refiriéndose al sentido profundo, cultural y religioso, de la Hispanidad y a la "madre patria". Un discurso que no se oía desde los tiempos de Franco.Las palabras de Sodano, y su presencia en la iglesia de Montserrat, podría interpretarse como un desagravio al Gobierno español tras la irritación que provocaron los rumores de una posible mediación de la Santa Sede en el conflicto vasco, difundidos a raíz de la visita a Roma a finales de septiembre del lehendakari, Juan José Ibarretxe. Y, sin embargo, fuentes de la Embajada lo desmienten, porque "la fiesta estaba programa desde mucho antes así como la presencia del cardenal".

En realidad, el único caso de mediación que ha trascendido, el que desarrollara el actual obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, no deja de ser considerado como una iniciativa de la Iglesia local. De mediación propiamente dicha, el Vaticano no ha hablado nunca y el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls, insiste una y otra vez en ello. "El término mediación es muy preciso en el vocabulario diplomático y no ha existido nunca en el caso del que hablamos. Otra cosa es la colaboración en la consecución de la paz". Pero la "colaboración" a la que se aludía en el breve comunicado difundido tras la entrevista de Ibarretxe y el ministro de Exteriores vaticano, Jean-Louis Tauran, no deja de estar repleta de incógnitas. ¿Qué alcance real tiene? ¿Cuál es la verdadera posición de la cúpula vaticana ante el nacionalismo vasco, dado además su fuerte componente clerical, un dato bien conocido en Roma?

El cardenal Sodano reconoció el jueves a este periódico que el Vaticano "ve bien" el nacionalismo -"la autonomía, se impone hoy. En Italia tenemos el ejemplo del Tirol del sur", añadió-, aunque obviamente "condena toda violencia. El Papa lo ha hecho repetidas veces".

"El hecho de que una mayoría del clero vasco sea nacionalista no condiciona la visión que la cúpula católica tiene del problema", explica un religioso español con amplio conocimiento de los círculos eclesiásticos romanos. "La Santa Sede no entra en la situación interna del conflicto vasco. Ve el independentismo como una posibilidad legítima sobre la que no se pronuncia. En Roma se sabe muy bien cómo están las cosas, no sólo por las informaciones del Nuncio en España, o por la Conferencia Episcopal, sino por los obispos de la zona que tienen en el Vaticano sus propios sostenedores y apoyos". A juicio de esta fuente, la Santa Sede no tiene interés en intervenir en el conflicto. "El nacionalismo cultural se ve bien. Las misas en euskera, estupendamente. Otra cosa es que, de repente, la situación derivara a posiciones anticristianas, o que se llegase al borde de una guerra civil. Entonces el Vaticano reaccionaría. No creo que les haya gustado demasiado el ataque de hace unos días a una emisora del obispado en Bilbao".

Además, hay datos que avalan la percepción general de la influencia del nacionalismo vasco en el Gobierno de la Iglesia es hoy relativamente modesta. El religioso español de más peso en el Vaticano, el riojano Eduardo Martínez Somalo, cardenal camarlengo y prefecto de la Congregación de Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica, simpatiza muy poco con el nacionalismo vasco. Martínez Somalo, de 73 años, es hombre muy estimado por el Papa y sus indicaciones son tenidas en cuenta en la Curia.

"Es más que probable que Somalo supervisara los detalles de la canonización de la beata vasca", aseguran voces españolas. Una ceremonia, celebrada el pasado 1 de octubre, planificada y sopesada al milímetro para contentar a los invitados al acto: el Gobierno español, a través del ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, y el Gobierno autónomo vasco, encabezado por Juan José Ibarretxe. El Papa pronunció unas palabras en euskera ("ya lo había hecho en otras ocasiones", según Navarro Valls), y en la plaza de San Pedro no ondearon ikurriñas.

Otro síntoma de la misma realidad sería la apreciación de la figura del Papa. "La mayor parte del clero vasco no ve bien la política de Juan Pablo II", comenta un cardenal vasco que, como la práctica totalidad de las personas entrevistadas, ha preferido no dar su nombre. A Juan Pablo II, los sectores nacionalistas no le perdonan que haya "desoído" la petición de reunificar las diócesis vascas, incluida Navarra; que aceptase la dimisión del ex obispo de San Sebastián, José María Setién, año y medio antes de lo estipulado, y que nombrase al abulense Ricardo Blázquez como obispo de Bilbao. A la lista de "agravios" se ha sumado ahora la anulación de una entrevista a Ibarretxe que tenía previsto realizar Radio Vaticana.

El nacionalismo vasco ejerce su influencia en el Vaticano sobre todo a través de la Compañía de Jesús. "Los jesuitas han tenido siempre un fuerte componente nacionalista en el área vasca, también en la catalana", explica una fuente próxima a la congregación.

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