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Gil: "Los fiscales que querían encerrarme han perdido por goleada"

Exultante aún por la sentencia del caso de las camisetas, que le exime de ir a prisión, Jesús Gil compareció ayer en una multitudinaria conferencia de prensa para afirmar que los fiscales que pidieron para él 29 años y medio de prisión "han perdido por goleada", y lanzar dos mensajes: "Tengo 67 años, y quisiera vivir un poco tranquilo. De la política nacional no quiero saber nada. He aprendido la lección y jamás me presentaré a otras elecciones. Se ha terminado mi etapa política". También anunció que seguirá siendo alcalde de Marbella. "Al menos", precisó, "hasta que mi abogado me diga que no tengo más defensa".Gil descartó presentar su dimisión -"el pueblo me quiere", adujo-, por lo que seguirá al frente del consistorio hasta que, en su caso, gane firmeza la sentencia que le condena a un total de 28 años de inhabilitación especial por cuatro delitos de prevaricación, lo que él calificó de "irregularidad administrativa". También dijo que quiere seguir siendo el presidente del Atlético de Madrid. "Si no me lo quitan otra vez", matizó.

El resto de su intervención lo dedicó a dirigir una extensa diatriba contra el juez instructor y los fiscales del caso y en pedir que le dejen en paz. "Lo que he pasado como persona", argumentó, "es demasiado".

Gil ironizó sobre las acusaciones que formularon contra él los fiscales Carlos Castresana y el fiscal jefe Anticorrupción, Carlos Jiménez Villarejo. "El fiscal se ha cubierto de gloria", dijo tras recordar la petición de 29 años y medio de cárcel y 74 de inhabilitación, así como 1.700 millones de pesetas de multa. "El señor Villarejo y el señor Castresana no sé si dejarán la toga, pero es lo mínimo que tendrían que hacer".

Previamente, les atribuyó haber formado "una especie de mafia en Barcelona" junto al también fiscal Salvador Viada, el ex juez Lluís Pasqual Estevill; el juez instructor del caso de las camisetas, Santiago Torres, y el fiscal jefe de Cataluña, José María Mena, "aunque éste, luego, se quedó de bueno en Barcelona".

Gil les achacó que, mediante irregularidades, "de los diez casos más importantes de Barcelona ocho iban a parar al juzgado de Estevill, donde lógicamente recibían el tratamiento adecuado en función de las tarifas del presunto pagano". "Ahí, por lo menos, cayó un juez", dijo aludiendo a Estevill. Y después, continuó, "Pujol se quitó de en medio a los talibanes", en referencia a Villarejo y Torres. "Torres aparece en Marbella con la consigna específica de encarcelar a Gil, como así hicieron", añadió.

"Donde van, arrasan como Atila, y al juez que no se presta a sus deseos lo matan", dijo Gil de los fiscales de Anticorrupción en otro momento; "no hay derecho a utilizar estos poderes para asesinar a la gente, porque hay dos formas de matar: el tiro a la nuca o matarte poco a poco, como están haciendo conmigo".

También homenajeó a "los grandes jueces que no se dejan someter a la presión política del momento", en alusión a José María Muñoz Caparrós, que votó por su absolución. "Aunque si hablo bien de él", puntualizó, "igual le perjudico".

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