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Cuatro muertos y más de cien heridos en el 12º día de violencia en Gaza y Cisjordania

La oleada de violencia continuó ayer en los territorios palestinos autónomos de Cisjordania y Gaza por duodécimo día consecutivo. Cuatro palestinos murieron ayer y más de cien resultaron heridos. El presidente palestino, Yasir Arafat, culpó de esta situación al Ejército israelí, al que acusó de proseguir los ataques contra el pueblo palestino, utilizando para ello armamento pesado. El clima de tensión está favoreciendo la actuación de las organizaciones paramilitares, que tratan de instalarse en una guerra sin cuartel, en la que no hay reglas y donde impera un único lema: "Ojo por ojo".

"Los israelíes continúan los actos criminales contra nuestro pueblo, disparando y lanzando fuego de artillería pesada, cohetes y misiles, mientras nuestra gente entierra a sus seres queridos", afirmó ayer al mediodía Arafat en Gaza, poco después de regresar de El Cairo, donde se había entrevistado con el presidente egipcio, Hosni Mubarak.Las acusaciones de Arafat se confirmaban sobre el terreno, en los diferentes campos de batalla, donde en las últimas horas se han producido al menos cuatro muertos -tres de ellos por heridas sufridas los días anteriores- y más de cien heridos, como consecuencia de los enfrentamientos de los manifestantes palestinos con las fuerzas de seguridad israelíes, reforzadas a lo largo del pasado fin de semana.

Los enfrentamientos más importantes se volvieron a producir en Gaza, Kalkilia y Ramala, cuando centenares de personas, después de enterrar a los muertos, se dirigieron al encuentro de los militares israelíes. En Ramala, los combates tuvieron como escenario los accesos del norte de la ciudad, muy cerca de la base militar de Beit Il, donde se halla el cuartel general de las tropas israelíes en Cisjordania y el asentamiento de Pasgod, uno de los más importantes de la comunidad ultraortodoxa judía.

Los grupos paramilitares de colonos y las milicias clandestinas de Kahane -seguidores del rabino Meir Kahane, asesinado en 1990 en Manhatan- tratan de incrustrarse en esta ola de violencia, abriendo un frente clandestino, en el que no hay límites para la locura. Una de sus últimas víctimas fue Isam Yudeh, de 42 años, un vecino de Ramala, que fue asesinado a tiros por colonos judíos, mientras se encontraba en el interior de su automóvil, al que después prendieron fuego. Su cuerpo se halló brutalmente mutilado, según testigos.

La muerte de Yuhed era la respuesta fría y calculada de otro asesinato, el del colono y rabino judío de origen norteamericano Hilel Lieberman, residente del asentamiento de Elon Moreh, cerca de Nablús, cuyo cuerpo fue encontrado ayer tiroteado. Lieberman, primo del candidato a la vicepresidencia norteamericana Joseph Lieberman, fue asesinado el sábado por radicales palestinos, cuando intentaba dirigirse a la Tumba de José, poco después de que fuera saqueada y destruida, para tratar de salvar algunos objetos religiosos.

Frente a los colonos, en esta guerra despiadada, se encuentran los grupos extremistas, escindidos de Al Fatah y de su brazo armado Tanzim, como Los Halcones de Al Fatah, que en las últimas horas han difundido llamamientos para proseguir la Intifada. Los dirigentes de Hamás han anunciado que ellos están también dispuestos a continuar la lucha, con la aportación si es necesario operaciones terroristas y suicidas en el interior de Israel.

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A pesar de este anuncio, responsables de Hamás y Yihad Islámica han aceptado al mismo tiempo colaborar con el Gobierno de Arafat y sentarse como observadores en las reuniones de su Gabinete. Como recompensa, la Autoridad Nacional Palestina ha procedido a liberar a 21 de sus militantes, manteniendo en prisión a otros 120, entre los que se encuentra Mohamed Deif, el último jefe conocido de las Brigadas de Ezedín Qasam, el brazo armado de Hamás.

En medio de la confrontación palestino-israelí, volvía a estallar el polvorín de los árabes en Israel. Varios árabes israelíes resultaron heridos por disparos de la policía israelí durante los incidentes que se produjeron ayer en Nazaret, tras los funerales por dos habitantes árabes de esa localidad que murieron el domingo por la noche en un enfrentamiento con vecinos judíos. Los choques, aunque breves, fueron de una gran violencia: tras las honras fúnebres, a las que asistieron decenas de miles de árabes, los asistentes atacaron a pedradas a los policías que vigilaban desde los tejados y que respondieron con balas recubiertas de caucho.

La noche anterior, los radicales judíos, después de atacar propiedades de los árabes, intentaron en dos ocasiones asaltar e incendiar el domicilio en Nazaret del diputado árabe en el Parlamento israelí, Azmi Bishra. El parlamentario ha pedido al secretario general de la ONU, Kofi Annan, su intervención para proteger a esta minoría marginada de Israel, que supone el 18% de su población y que la semana pasada protagonizó su propia revuelta, en apoyo del pueblo hermano palestino, sufriendo 11 muertos.

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