Tríptico
El tríptico de los problemas internacionales que inmediatamente afectan a Europa no implica a países siempre europeos, como es el caso de Israel y Palestina, aunque puede concebirse el Estado israelí como una koiné de judíos llegados de todo el mundo en la operación retorno de la diáspora. Solucionado de momento el expediente yugoslavo con la caída política de Milosevic, último parte de la guerra de Kosovo, Israel y Palestina arden sin que aparentemente venga demasiado a cuento, en un periodo en el que aparentemente gobernaban en Israel las palomas y no los halcones, y también aparentemente Clinton y Arafat necesitaban colaborar en un clima de entendimiento. Las apariencias engañan y bastó que un jubilado belicista apellidado Sharon fuera a la plaza de las mezquitas de Jerusalén a provocar a los palestinos para que se armara la de Dios es Alá o Jehová y la sangre palestina se derramara con imprescindible ingrediente de esta parábola.Ingenuo es suponer que Ariel Sharon cumpliera inocentemente el deseo aplazado de visitar las mezquitas, pero insuficiente es atribuir a esta visita el carácter de madre de todas las batallas. La tensión se ha estimulado artificialmente para dificultar la negociación en una fase en la que Estados Unidos se movía desde la debilidad transitoria de un presidente terminal, momento también de fragilidad de la mayoría tolerante que gobierna en Israel, y Arafat dispone de una hegemonía arrendada, a prueba de los resultados políticos de su pragmatismo. Tal vez tranquilizada en el frente yugoslavo, Europa pida protagonismo palestino, pero palestinos e israelíes saben que Europa sólo puede aportarles fotografías con Chirac, tal vez con Solana, y que en buena medida todo depende de cómo resuelva el futuro presidente de EE UU su correlación con el lobby sionista americano.
El tercer problema es el vasco. El Vaticano ya está en ello. Más de 30 años después de la ejecución de Melitón Manzanas, el Vaticano considera la posibilidad de trabajar como intermediario reconciliador y se ha visto el éxito de empeños similares; por ejemplo, la reconciliación con Galileo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.