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Micalet contra el Zagal de Petrel

La pelota disfrutó de una época esplendorosa en la segunda mitad del siglo XIX. Hasta entonces fue una actividad -no era ni tan siquiera considerada como deporte- sometida a una intensa persecución por parte del poder, que prohibió su práctica durante gran parte del siglo XIX por diversos motivos: "... se previene que qualquiera que se encuentre jugando a dicho juego por las Calles, Muros y demás donde existen los Faroles, se le castigará al que resultase delinqüente con tres días de Cárcel, y la multa de diez reales de vellón (Diario de Valencia, 1792)". Un estudio de Recaredo Agulló, licenciado en Filología e Historia Contemporánea, revela datos y anécdotas inéditas sobre el juego de pelota en Valencia; un trabajo que aporta luz y documentos en torno a los avatares de este deporte en el siglo pasado. Hasta ahora existían escasas referencias de la pelota en el siglo XIX, entre otras cosas porque la prensa de la época reflejaba a duras penas la actividad diaria, que fue intensa sobre todo en la segunda mitad del siglo pasado. Agulló, que concluyó recientemente una tesis sobre la formación del léxico deportivo, ha realizado un ímprobo trabajo cuyo contenido se remonta al siglo pasado, un territorio desconocido hasta ahora por los estudiosos y eruditos de este deporte que se practicó intensamente en toda Europa durante el siglo XIX.La primera referencia a la pelota valenciana apareció en 1792 en el Diario de Valencia y fue precisamente un decreto que prohibía su práctica. "La pelota era perseguida porque se blasfemaba y apostaba", afirma Agulló, "pero también porque como se jugaba en la calle resultaba molesto para los vecinos". Éstos mantenían una constante pugna con los jóvenes que jugaban a pelota en la calle. Las páginas de los diarios valencianos reflejaban esta lucha con la publicación de bandos que sancionaban su práctica: "Se prohíbe en ellas (calles) los juegos de cualquier clase, y especialmente el de pelota y escampilla...(Diario de Valencia, 1828)". Los enfrentamientos con la autoridad fueron continuos.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX la pelota resucita: prolifera la construcción de trinquetes y aumenta la actividad. "La pelota comenzó siendo un deporte noble en sus orígenes. Pero a medida que la nobleza pierde su papel hegemónico, la pelota cambia de manos y es el pueblo llano el que se encarga de mantenerla viva", explica Agulló, quien ha encontrado la primera crónica que apareció en una periódico de una partida de pelota. Fue en 1849, en el diario Mercantil: "Días pasados se efectuó en el pueblo de Benifayo de Espioca una de esas famosas partidas de pelota que forman época en los pueblos de nuestro antiguo reino por el empeño que se muestran en ellas y la fama de los jugadores (...). Iban, pues, a combatir otra vez los descendientes del Roig (de Alcoy) (...). Los jugadores eran los brazos de hierro de todo el reino (...). Micalet contra el Zagal de Petrel". "El documento no tiene desperdicio y supone el nacimiento de un género nuevo: la crónica deportiva", cuenta Agulló. Años más tarde, en agosto de 1868, se inauguraría el actual trinquete de Pelayo, al que previamente se le conoció como el trinquete del tiro de gallina o el trinquete que está junto a la plaza de toros.

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