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Un jurado debe decidir en Lleida si un hombre actuó en defensa propia al matar a un ladrón

Relato del fiscal

Un jurado popular constituido ayer en la Audiencia de Lleida deberá determinar si los dos disparos que causaron la muerte de un presunto ladrón en un campo de tiro de Massoteres (Segarra) constituyen un homicidio en toda regla, como aseguran los familiares del muerto, o fueron realizados en legítima defensa por el acusado, Isidre Estruch.Los hechos, de los que no hubo ningún testigo, ocurrieron el 29 de noviembre de 1997, cuando Estruch, un experto tirador de 37 años, se dirigió al campo de tiro Les Pletes, situado entre Guissona y Massoteres, para realizar prácticas con una pistola de nueve milímetros parabellum. Al entrar en el recinto, según su versión, vio un coche cargado con objetos presuntamente robados en las instalaciones. La puerta del almacén estaba abierta y una ventana del local social había sido forzada. El acusado cargó el arma con 15 proyectiles y entró para indagar si había algún extraño, y encontró en su interior a Amador Luque Civantos, a quien conocía como vecino y compañero de escuela.

Entonces, según el relato del fiscal, Estruch llamó por teléfono al presidente del club de tiro para informarle del hecho y recibir instrucciones. La posibilidad de ser denunciado no gustó al ladrón, que se dirigió al coche y volvió al lugar en el que se encontraba el acusado con un cuchillo de grandes dimensiones creyendo que no iba armado. "Te juro por la memoria de mi hermano muerto que te mato si llamas a alguien", le amenazó mientras le obligaba a dejar el teléfono móvil sobre el coche y se acercaba a él blandiendo el cuchillo.Los hechos se precipitaron en cuestión de segundos. El acusado sacó la pistola que llevaba entre los pantalones y la camisa y conminó a Luque a detenerse, pero éste hizo caso omiso y siguió avanzando con intención de agredir a la persona que le estaba apuntando. Estruch efectuó cinco disparos, dos intimidatorios por encima de la cabeza, un tercero al brazo para desarmarlo y los dos últimos al cuerpo de la víctima cuando estaba a una distancia de 1,40 metros. Una de las balas le atravesó el cuello y le causó la muerte instantánea.

El fiscal, que calificó el juicio de "atípico", solicita la libre absolución del acusado al entender que efectuó los disparos en legítima defensa. "Si no lo hubiera hecho, hoy probablemente estaríamos juzgando a Luque", dijo el representante del ministerio fiscal. La acusación particular, ejercida por los familiares de la víctima, considera que se trató de un homicidio sin eximentes de ningún tipo y reclama una pena de 15 años de prisión y una indemnización de 35 millones de pesetas. Esta parte admitió que Luque era una persona adicta a las drogas y tenía varias causas judiciales pendientes: "Aunque no era un modelo para la sociedad, nadie tenía derecho a quitarle la vida".

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