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Tribuna
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Milenio

Bastó con que el viejo y siniestro provocador Ariel Sharon se presentara en la plaza de las mezquitas de Jerusalén para que cuantos pasos se habían dado hacia esa retórica paz entre israelíes y palestinos se desandaran y por el camino quedara el habitual rastro de sangre y cadáveres, habituales consecuencias de las hazañas del general Sharon, uno de los políticos israelíes que más ha contribuido a complicar ese expediente X en el que nada es subnormal, sino paranormal. Sharon calculó adónde iría a parar su provocación y en qué medida invalidaba esfuerzos pacificadores teatralizados: primer acto en Washington, a la vera del emperador; segundo acto en territorio palestino o israelí; tercer acto... Ese tercer acto, el del desenlace, puede demorarse años, lustros ¿siglos? Siempre se cierne sobre la representación la provocación esperable, esperada, deseada porque hoy por hoy el llamado conflicto árabe-israelí no tiene solución, ni siquiera si los Estados Unidos asfixiaran la economía israelí dejaría Ariel Sharon de ir contra corriente, con la parsimonia de un viejo jubilado que necesita oler sangre humana para dar sentido a su vida y a la relación de su vida con la historia y tras Sharon el voluntarismo fanático de los hebreos más escogidos dentro del pueblo escogido enfrentado al voluntarismo fanático de los árabes escogidos dentro de otro pueblo no menos escogido por el dios de turno.Esta lógica sobrevive al que iba a ser el verdadero siglo de las luces y se presenta como la quinta dimensión del siglo que se va a inaugurar, en el que lo misterioso como cualidad de consumo justificará lo irracional en la Historia. No muy lejos de Jerusalén, en Roma, dos duros antagonistas de la política española han compartido santa vasca, los dos por vía administrativa y de paisanaje, Mayor Oreja e Ibarretxe. Del primero no se sabe dónde termina el ministro del Interior y empieza el candidato a lehendakari y del segundo se sospecha que sus días de lehendakari son otro expediente X. Pero Sanctus, Sanctus, Sanctus. Además el Papa ha hablado en vasco. Fueron muy pocos seís días para realizar la Creación y quien la hizo se valió del monopolio y de la censura previa. Y así estamos.

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