"El poeta debe tener siempre los pies en el suelo"
Un buen día, Pedro Ardoy (La Puerta de Segura, Jaén, 1923) decidió embarcarse hacia los lugares que había descubierto en la literatura. Ni corto ni perezoso, construyó en Cádiz su propio barco, Clavileño, y acabó entrando por el Sena en París, de donde ya no se movió. La opresión del régimen franquista hizo más fácil la decisión de Ardoy, que ya en aquella época era un poeta comprometido con su realidad más cercana. Entabló amistad con Alberti, Caballero Bonald, Cela y Pemán y ahora acaba de presentar en Jaén sus dos últimos libros, Geopoética y Arreboles. El poeta local José Luis Buendía lo ha calificado como un serrano en alta mar, una definición con la que él se siente plenamente identificado.Pregunta. ¿Qué tipo de poesía cultiva en sus últimas obras?
Respuesta. De alguna manera, he querido rendir homenaje a Neruda, cuando él hablaba de tener los pies en tierra. El poeta no puede tener sólo la cabeza en las nubes, debe sublimar su poesía, pero teniendo los pies en la tierra. Antonio Machado dice que la poesía es el diálogo del hombre con su tiempo. La grandeza de la poesía es la comunicación que permite a través del tiempo y del espacio. Mi obra está muy en contacto con la realidad, pero no exenta de crítica y humanismo.
P. Un poeta del interior, amante de la navegación, ¿cómo fue aquello?
R. Uno de mis tíos me leía párrafos de La Iliada y La Odisea y a mí me fascinaba aquella literatura mitológica, hasta el punto de decidir que algún día yo debía recorrer ese decorado de Homero. Fue una decisión un poco aventurera, que se vio un tanto acelerada por la opresión existente en España en aquella época por el régimen franquista.
P. ¿Lo suyo fue entonces un exilio voluntario?
R. Más o menos. No se puede hablar de abandono de España porque siempre la llevaba dentro y en mi barco llevaba con orgullo la bandera española.
P. ¿Cómo entabló amistad con Alberti, Caballero Bonald o Pemán?
R. Mientras yo construía el barco en Cádiz asistía a una tertulia a la que también iban todos esos poetas. Era una tertulia un poco clandestina que se mantenía gracias a la presencia de Pemán, que era afín al régimen. Después tuvimos la suerte de retomar esas tertulias en París
P. ¿Cómo se veía España desde la lejanía?
R. En París había muchos españoles que aguardaban impacientes el final del régimen franquista, pero fueron pasando muchas Navidades sin que volvieran a su tierra. En mi caso, yo nunca he dado la espalda a mi tierra y en ningún momento he olvidado mis raíces. El paisaje de mi Sierra de Segura, del monte El Yelmo o de los ríos me ha perseguido siempre. Yo no me he hecho un cosmopolita ni un andaluz errante, sino que siempre me he sentido un serrano de Jaén.
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