Raúl Guerra Garrido novela en 'El otoño siempre hiere' una vitalista reflexión sobre la muerte
El escritor Raúl Guerra Garrido (Madrid, 1935) advierte de que su novela El otoño siempre hiere (Muchnick Editores) no es lúgubre, sino llena de vitalidad, a pesar de que narra las reflexiones de un hombre ya maduro sobre la muerte. "La muerte es parte consustancial de la vida y debe formar parte, si somos capaces, de una alegría de vivir", explica el autor. "Creo que la creatividad es la única defensa para enfrentarse a la muerte. No se puede ganar la guerra contra la muerte, pero si muchas batallas, y mantener un buen tono vital hasta el final", añade.
El otoño siempre hiere cuenta el viaje de un hombre al pueblo de su infancia en el Bierzo para asistir al entierro de un familiar. El protagonista se llama Raúl y es un escritor que persigue el sueño de escribir una gran novela. Muchas coincidencias entre el protagonista y el autor. "El personaje tiene el 57,3% de mí mismo", bromea. "No es que sea un alter ego, un sosia exacto", añade el autor, que una vez más ha escrito en primera persona. "Tiene muchas opiniones mías; el anecdotario es parecido, pero no exacto al mío. Está entremezclado con la ficción".La novela gira en torno al viaje, pero pone en marcha la memoria del protagonista, que recupera los escenarios de su infancia. "Es una reflexión sobre el hecho de que te vas a morir, que se hace en un tiempo en el que todavía tienes un plazo de tiempo para hacer cosas. Vas a la memoria a buscar una razón de vivir, con alegría. No se plantea qué ocurre después de la muerte; es una reflexión vitalista que te aleja de la muerte. Tú puedes rellenar de vida lo que ocurre tras tu nacimiento".
Referencias literarias
El otoño siempre hiere está plagado de referencias a célebres obras de la literatura universal, ya sean citas o sus títulos. Son guiños al lector para invitarle a participar en la narración, indica Guerra Garrido, igual que intercala fragmentos de una novela que el protagonista escribe sobre un superpetrolero y cree que nunca podrá acabar. "Cuando cuento que es el último viaje, cuando dice que es el que no va a ser capaz de escribir esa novela, de hecho lo está haciendo. Hay un juego de la literatura dentro de la literatura, que resulta muy interesante", dice el autor. El telón de fondo de la historia es la perpetua crisis de creación del escritor. Guerra Garrido plantea el dilema de Mefistófeles: vender el alma a cambio de crear una obra maestra. "Es aún más perverso: vender el alma a cambio de conseguir la obra maestra, pero no poder escribir nunca más o estar intentándolo toda tu vida con pasión y morir sin conseguirlo", añade.
El escritor, autor de 18 novelas, además de narraciones cortas y obras de ensayo, no tiene dudas: elige la segunda propuesta. "La pasión de escribir, de la creatividad, está en el intento", opina. "Llegar a la meta es maravilloso, pero yo quiero vivir apasionadamente".
Guerra Garrido volvió a situar la novela en el Bierzo, como hizo, por ejemplo, en El año del wolfram, la obra que llegó a finalista del Premio Planeta en 1984. "El Bierzo es como mi paraíso perdido, y en ese retorno las novelas son más intimistas".
En otro tiempo sus obras se situaron en el País Vasco, donde vive desde hace 40 años, como Cacereño (1969), en la que plasmó la realidad de la emigración, o La carta (1990), una narración sobre la situación de un industrial vasco extorsionado por ETA. "La visita literaria al Bierzo la hago con mis propias pupilas, es una añoranza", prosigue. "El País Vasco es mi realidad cotidiana, y no se plasma en las novelas a través de distintos puntos de vista".
Guerra Garrido, víctima de un ataque de violencia callejera que hace dos meses destruyó su farmacia de San Sebastián, no quiere volver a escribir novelas que hablen de la situación social y política vasca. "Lo que tenía que decir sobre el País Vasco, ya lo he dicho", argumenta. "La situación se está reiterando, desgraciadamente. Se pueden reeditar las novelas, pero no escribir otra que diga lo mismo". El escritor cree que no se han asumido las consecuencias de la democracia y se asume, sin embargo, que un problema político se pueda resolver con la lucha armada. "La tolerancia, la permisividad con la lucha armada, conduce a que hoy tengamos el mayor número de escoltas por metro cuadrado del mundo. Y se toma como un fenómeno natural, como la lluvia".
Guerra Garrido puntualiza que sí quiere escribir algo ambientado en el País Vasco, sin ningún interés literario. "Me apetecería escribir la novela vasca del posterrorismo. No me canso de repetirlo: haría a propósito una novela muy cursi, de un amor aburrido. Los países felices son sitios muy aburridos".
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