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Tribuna:LA SITUACIÓN EN EL PAÍS VASCO
Tribuna
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Las palabras y los hechos

Nadie duda de que cuanto más tarde Ibarretxe en convocar elecciones, mayor será el precio que su partido habrá de pagar en las urnas por el fracaso de Lizarra. Pese a ello, Arzalluz ha descartado, como si fuera de su competencia, el adelanto electoral. Seguramente porque una disolución anticipada en estos momentos significaría reconocer en los hechos -aunque no de palabra- ese fracaso y la situación que ha provocado en su partido, y no está dispuesto.La impresión es que la dirección nacionalista sigue esperando que pase algo que diluya ese fracaso. Para que tal cosa ocurra sólo cabe imaginar dos hipótesis. Una, que ETA decrete otra tregua. Dos, que la ofensiva de ETA sea tan brutal que permita a los de la embarcada soberanista argumentar que ellos han fracasado, pero también los de la política de firmeza. La primera hipótesis es improbable pero no del todo descartable. En la lógica del terrorismo está la idea de recoger los frutos de las campañas de atentados mediante algún tipo de acuerdo político. Además, el manifiesto de sectores abertzales en favor de una recomposición de Lizarra tras una "tregua de gran alcance y duradera" indica que existen presiones internas en esa dirección. En cuanto a la segunda hipótesis, es demasiado atroz para ser creíble.

Ibarretxe dijo el viernes pasado que habría elecciones anticipadas si la oposición rechazaba sus nuevas propuestas. El rechazo le vino en forma de hecho político: la presentación de dos mociones de censura. Pese a ello, el animoso lehendakari sigue empeñado en celebrar un pleno monográfico para defender su oferta de compromiso ético, acuerdo político sobre el Estatuto y nuevo foro de diálogo. El "compromiso ético en defensa de las libertades y los derechos individuales" es algo así como colocar carteles advirtiendo que hay baches en la carretera, en lugar de arreglarlos. Y el acuerdo político de desarrollo íntegro del Estatuto es contradictorio con la negativa a secundar la manifestación de San Sebastián en defensa del Estatuto y la Constitución que lo hizo posible.

Hay un esbozo de rectificación, pero las palabras son menos elocuentes que los hechos, y ésa es una diferencia con el nacionalismo catalán, por ejemplo. CiU tenía reservas con la declaración del Parlamento Europeo contra el terrorismo, pero la firmó para indicar que en lo fundamental estaba de acuerdo. Algo así respecto a la manifestación de Donosti es inimaginable en el caso de PNV/EA. En la duda, se decantan casi siempre por lo que menos ofenda al mundo de ETA.

En el Alderdi Eguna, Arzalluz deslizó la idea de que entre los manifestantes había personas que decidieron el asesinato de Manzanas, en 1968. Los que lo decidieron fueron condenados a muerte en el juicio de Burgos, y la movilización popular les salvó la vida. De ellos, algunos siguen próximos a ETA y otros tienen que moverse con escolta por haberse enfrentado a ella. Como otras veces, Arzalluz arremete contra estos últimos, no contra los otros.

De todas formas no fue Arzalluz, sino Ibarretxe quien empleó un tono más cortante, lo que sorprendió. El actual lehendakari es una buena persona y un competente economista, según compañeros que le trataron en sus tiempos de estudiante en la facultad de Sarriko, en Bilbao, pero de política no sabe gran cosa, según esas mismas personas y otras que han compartido con él tareas de gobierno. La dirección de su partido le propuso como candidato a lehendakari precisamente porque su perfil era el de un gestor más que el de un político; para políticos ya estaban ellos. Pero ocurrió que el gestor se vio obligado a hacer política, o más bien ideología -construcción nacional, ámbito vasco de decisión, Udalbiltza, acercamiento de presos-, para asegurarse el apoyo de los de Otegi, del que dependía su mayoría. Era lógico que alguien poco político que sólo podía hacer política acabara en manos de los dirigentes más ideologizados, y que se creyera sus enseñanzas con fe de carbonero.

Al presentar la situación como una ofensiva despiadada contra el lehendakari, y poner a éste al frente de una defensa numantina de posiciones imposibles, los verdaderos responsables no le están protegiendo sino protegiéndose. Como ya hicieron en la manifestación que siguió al asesinato de Buesa.

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