Aznar hace profesión de europeísmo en París pero mantiene trabas a la reforma de la UE
José María Aznar se declaró ayer "un partidario decidido del proceso de integración a fondo" de Europa, un entusiasta de la ampliación hacia el Este y un poseso por "una sana ilusión materialista" del euro. Incluso se mostró abierto a un cierto planteamiento federalista europeo, sin llamarlo por ese nombre. Pero al mismo tiempo reiteró todas y cada una de sus diferencias con respecto a los cuatro puntos de la reforma de las instituciones europeas, consensuada ya por Francia y Alemania, que resulta indispensable para que la ampliación pueda llevarse a cabo.
Y dijo que parece impensable que alguno de esos puntos pueda ser aprobado sin que lo sea el resto, lo que puede ser interpretado como una simple constatación de hecho o como una advertencia velada de que España estaría dispuesta a hacer uso de su derecho de veto si el desenlace de la reforma en ciernes no le parece equilibrado.No obstante, el presidente de la República Francesa, Jacques Chirac, manifestó a los periodistas que los puntos de vista suyos y de Aznar sobre "la casi totalidad" de la agenda europea "están muy próximos". Ambos tienen "una visión común de esta Europa que construimos para nuestros hijos", añadió.
Europa fue el tema central y casi único de la apretada jornada de Aznar ayer en París, que se desarrolló en tres escenarios. Uno institucional, el palacio del Elíseo, donde el presidente del Gobierno español y su esposa almorzaron con el matrimonio Chirac. Previamente, Aznar había celebrado un encuentro con la dirección del periódico conservador Le Figaro, y fue allí donde se refirió a la necesidad de que los cuatro puntos que se debatirán el mes próximo en el Consejo Europeo de Biarritz y en diciembre en Niza, donde se intentará incorporarlos como una reforma de los tratados comunitarios, sean aprobados en bloque, o, alternativamente, rechazados.
La tercera parte de esta visita se desarrolló en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales, una asociación privada donde el presidente del Gobierno pronunció una conferencia titulada "El futuro de la Unión Europea: una reflexión española". En francés, pero con un fuerte acento español, ante un público de funcionarios y diplomáticos, en el que destacaba Roland Dumas, ex ministro francés de Exteriores y ex presidente de la Comisión Europea, Aznar fue desgranando sus ideas.
Comenzó diciendo que la incorporación de los países del Este europeo a la UE debe realizarse "cuanto antes", pero sin que sea fundamental "establecer plazos ni fechas". Lo importante, añadió, es que "los candidatos pongan a punto la transformación de sus economías en economías de mercado y de sus Estados en Estados de derecho". "Y que nosotros preparemos las instituciones comunes" para acogerles, añadió.
En relación con esta "preparación", repasó las posiciones españolas sobre los cuatro temas de la cumbre de Niza. Hace falta una "Comisión con una fuerte capacidad de iniciativa", dijo, por lo que no se puede recortar drásticamente el número de comisarios, aunque sea evidente que en una Europa de 27 miembros no se pueden seguir repartiendo carteras para todos como hasta ahora. La solución del problema, añadió, está en un reparto adecuado de los votos "que equilibre el peso respectivo de cada Estado miembro" dentro del Consejo de Ministros, donde se toman las grandes decisiones. Si se da esa condición, Aznar aceptaría la ampliación del temario en que las decisiones se toman por mayoría cualificada, en vez de por unanimidad, una condición indispensable para que pueda funcionar la UE de 27 miembros. Pero siempre que a España se le reconozca la condición de país "grande" de la Unión.
"A los países grandes se les puede pedir que acepten tener sólo un comisario, en vez de dos, pero no se les puede pedir que renuncien a todo. Sería impensable", dijo en un debate posterior a su intervención, "que los países grandes como Alemania, Inglaterra, Francia o España, no tuvieran garantizado un comisario" . España tiene hoy dos comisarios y ocho votos en el Consejo, frente a los 10 de Francia; Reino Unido o Alemania. Aznar aspira a que se restablezcan "los equilibrios" que ya considera "deteriorados por las sucesivas ampliaciones" y, por tanto, a tener el mismo número de votos en el Consejo que los grandes.
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