Reparto de inmigrantes a domicilio
En la tarde del pasado jueves, 48 ilegales de origen kosovar, kurdo y albanés, 13 de ellos niños, intentaban cruzar clandestinamente el canal de la Mancha desde Francia en un camión que se disponía a embarcar en un ferry hacia el Reino Unido. En un momento determinado, los emigrantes fueron localizados por la policía, que los subió a unos vehículos de las fuerzas de seguridad carentes de distintivos. Unas horas más tarde, los 48 emigrantes eran abandonados en las proximidades de La Panne, un pequeño pueblo belga cercano a la frontera. A Willy van Heste, alcalde de la localidad, no le ha sorprendido este episodio. "Por desgracia, es una historia que no deja de repetirse", lamenta Van Heste.De acuerdo con varios testimonios, los 48 emigrantes fueron introducidos cerca de Calais en coches y furgonetas policiales sin distintivos oficiales. Para pasar a Bélgica, los agentes franceses utilizaron caminos empleados antiguamente por los contrabandistas de la zona y, cuando se habían introducido sólo unos centenares de metros en territorio belga, obligaron al grupo de ilegales a descender de los vehículos y los abandonaron a su suerte.
Al día siguiente, el alcalde de La Panne comunicó lo ocurrido al Ministerio belga del Interior, que ya ha pedido una explicación oficial. Van Heste contaba ayer que, a lo largo del último año, ha tenido noticias de varios casos idénticos, pero que no lo comunicó al Gobierno belga porque casi siempre sólo eran dos o tres los emigrantes afectados, y que además habitualmente es difícil comprobar qué ha sucedido exactamente. En una de las operaciones, recuerda Van Heste, un vecino tomó nota del vehículo francés del que habían descendido varios emigrantes en una maniobra que le resultó extraña. "Para nuestra sorpresa, resultó ser un coche de la policía", explica.
En el caso del pasado jueves, fue un agricultor de La Panne quien localizó a los 48 emigrantes, algunos de los cuales explicaron que habían sido policías franceses los que les habían abandonado allí. "Los niños lloraban y tenían miedo cuando los encontramos", explica Van Heste. "Les hemos atendido, les hemos dado de comer y alojamiento".
De acuerdo con la legislación europea, la policía puede expulsar a los emigrantes a la frontera a través de la cual han entrado ilegalmente, pero deben advertirlo previamente a las autoridades del país receptor. "En este caso no fue así", dice Van Heste, "y nuestra policía no estaba al corriente".
La prefectura de Dunkerque (norte de Francia) asegura que está aplicando "escrupulosamente" los procedimientos en vigor sobre repatriación y aseguró que no tiene conocimiento de lo sucedido. Como el alcalde de La Panne, la prefectura francesa asegura que las relaciones a ambos lados de la frontera son buenas habitualmente, incluso cuando se trata de casos de emigración ilegal. Pero ahora parece que las excepciones están afectando a la armonía.
Las autoridades francesas abrieron ayer una investigación para esclarecer estas acusaciones. Por su parte, el ministro belga del Interior, Antonie Duquesne, ha pedido explicaciones por escrito a su homólogo francés, Daniel Vaillant. Ambos abordarán el problema durante la reunión del Consejo de Ministros de Justicia e Interior el próximo jueves en Bruselas. De momento, se han reforzado los controles en la frontera franco-belga.
"Es un problema que tiene que resolverse a nivel internacional", apunta el alcalde de La Panne. Este incidente es una muestra de las lagunas que en la UE existen en la política de repatriación y asilo. "Cuando la policía se encuentra con los inmigrantes ilegales no sabe qué hacer con ellos", explica un portavoz de la Comisión Europea. "El sistema no funciona", reconoce.
Bélgica es habitualmente un lugar de paso para miles y miles de emigrantes que, desde los países del Este, intentan llegar a países de Centroeuropa y al Reino Unido. En junio pasado, 58 ilegales chinos que habían pasado por Bélgica fueron encontrados muertos en el interior de un camión en el puerto británico de Dover. En aquellos días se supo que otro grupo de emigrantes chinos había sido introducido por la policía belga en un tren con destino a otro país europeo tras limitarse a identificarles.
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