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Reportaje:RAÍCES

Morón conquista EE UU

La localidad sevillana difunde el flamenco por los cinco continentes

En unos tiempos en los que el flamenco ha sucumbido ante la ola comercial, en la que las grandes propuestas escénicas se imponen, aún existen rincones en los que importantes dinastías apuestan justamente por todo lo contrario. La Bienal de Flamenco de Sevilla se ha convertido con el paso de los años en el mayor escaparate del arte andaluz en el mundo. Por este motivo no es difícil encontrarse con una importante cantidad de espectadores venidos desde los cinco continentes para tratar de encontrar ese espíritu romántico de sus gentes en la forma de entender la vida cotidiana. Sin embargo, la mayoría de ellos sufren un desengaño al comprobar que todo aquello que sus mayores y la literatura de la época les había hecho creer se ha diluido con el paso de los años.Morón de la Frontera es uno de esos lugares mágicos dentro de la geografía andaluza en los que el flamenco era un elemento más dentro de la vida cotidiana de sus habitantes. Cualquier excusa o momento en una taberna, que eran los mayores centros de sociabilidad de estos hombres y mujeres, podía servir de pretexto para celebrar una fiesta. Este motivo, junto con la presencia por aquella época de Diego del Gastor, hacía que esta localidad sevillana fuese uno de los lugares más atractivos para aquellos extranjeros que perseguían el contacto directo con la cultura andaluza.

Fruto de aquella coyuntura, surgió toda una generación de jóvenes que en aquella época asistían cómo espectadores a aquellas juergas y que tuvieron la oportunidad de conocer y entablar una relación de amistad con algunos de estos extranjeros. Se tiende a creer que esta relación que el flamenco de Morón guarda, sobre todo, con los aficionados estadounidenses, hay que buscarla en la construcción de la base aérea de utilización conjunta existente en esta localidad desde mediados de los cincuenta. Pero no es así, ya que los americanos de la base de Morón, al contrario que los de Rota, nunca se integraron en este pueblo. De hecho, fijaron su lugar de residencia en la sevillana urbanización de Santa Clara, por lo que su contacto con los habitantes de Morón de la Frontera fue nulo.

No obstante, los acontecimientos, el azar y la presencia del guitarrista gitano más original de todos los tiempos hicieron que Donn. E. Pohren, un norteamericano muy aficionado al flamenco, decidiese comprar una finca en las afueras del pueblo para montar una especie de casa de huéspedes, a la que venían aficionados de todo el mundo y entre los que los estadounidenses eran mayoría.

En esta finca se celebraban cinco fiestas semanales para las que se contrataba a artistas de la talla de Juan Talega, Perrate, Fernanda y Bernarda de Utrera, Anzonini del Puerto, Fernandillo de Morón, Antonio Mairena, Joselero, Andorrano, Dieguito, Agustín Ríos, Paco, Juan y, sobre todo, Diego del Gastor.

Pero aquella finca era mucho más que un negocio, ya que antes que una relación contractual se imponía la amistad, la diversión y una forma de entender la vida que desgraciadamente se ha perdido. Aquella experiencia dio como fruto una generación de jóvenes flamencos que gracias a aquel feed-back o proceso de retroalimentación cultural se enriquecieron con la experiencia. Ya que tuvieron el privilegio de ser prácticamente los primeros españoles que disfrutaron con la música de su generación que se hacía fuera de las fronteras españolas.

De otro modo, no se puede entender que aún hoy guarden esa estética hippy, fruto de unas preferencias musicales en las que tienen cabida artistas -como Jimmy Hendrix, Lou Reed, Janis Joplin, los Rolling Stones...- con los que los extranjeros efectuaban un intercambio cultural, por vía musical.

Hoy se tiende a observar dicho fenómeno como una rareza o casualidad de la historia, porque es mucho más sencillo contar los hechos a modo de anécdota, que tratando de establecer unos principios o explicaciones lógicas. Lo cierto y verdad es que aquel movimiento socio-cultural produjo importantes efectos en los dos grupos y por eso aun hoy existe toda una corriente de seguidores de la guitarra flamenca de Morón en EE UU y en media Europa.

Un artista venerado

Diego del Gastor tiene páginas y páginas en portales norteamericanos en Internet y, prácticamente, ha alcanzado la dimensión de un mito, al que sus seguidores veneran y siguen hasta en los más insignificantes detalles. A pesar de tener fama de excéntrico, poseía un rasgo que gitanos y payos, españoles y extranjeros, admiraban: su absoluta indiferencia hacia el dinero y los bienes materiales, que en ocasiones rayaba en el desprecio.Aquel grupo de jóvenes sobrinos de Diego del Gastor influidos por su música pronto empezó a llamar la atención de músicos flamencos y no flamencos entre los cuales se cuenta a muchos de los que abanderarían años más tarde lo que se denominó nuevo flamenco. De este modo, fueron pasando por Morón Kiko Veneno, Raimundo y Rafael Amador, Triana, Gualberto, Toti Soler y toda una generación de rockeros-flamencos, admiradores de la música de Diego del Gastor.

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