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A ritmo de 'country' hacia la Casa Blanca

"Cuenta atrás hacia la victoria: 46 días". Así rezaba el viernes un letrero en el cuartel general de Al Gore, en Nashville, la capital de Tennessee. En Nashville lo tienen claro: Gore comenzó a ganar la carrera hacia la presidencia de EE UU el día que trasladó su cuartel general desde Washington a esta tierra de whisky bourbon y música country, de vaqueros y cultivadores de tabaco. Al volver a sus raíces, recuperó vigor, autenticidad y el populismo de su padre, el senador demócrata por Tennessee Albert Gore.Tennessee es más bien republicano -su gobernador y sus dos senadores en Washington son conservadores-, pero el viernes reinaba un clima de euforia en el cuartel general de Gore ante la última encuesta que da al candidato presidencial demócrata una ventaja de 12 puntos frente a George Bush en este Estado. "Tennessee no va a fallarle a Al", dijo Dagoberto Vega, portavoz de Gore para medios hispanos.

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Reportero de local en Nashville

Situado en una gran planta industrial de las afueras de Nashville, abierto 24 horas al día y siete días a la semana, dotado de estudios propios de radio y televisión, con sus correspondientes antenas de satélite, y de cientos de líneas telefónicas y ordenadores conectados a Internet, el cuartel general de Gore es una impresionante máquina de fabricación de un presidente. Nadie sabe con exactitud cuánta gente trabaja allí, pero Vega aventura un mínimo de 175 personas a sueldo y otras tantas voluntarias.

Todo se puede visitar, excepto la llamada War Room, la sala donde un reducido equipo analiza las noticias, prepara respuestas rápidas a los acontecimientos de la campaña y ultima la estrategia del tramo final de la carrera hacia la Casa Blanca, incluidos los tres decisivos debates de octubre entre Gore y Bush. Pero desde que Gore trasladó su portaaviones a su patria chica el mensaje que emite War Room es: "Luchamos por el pueblo, no por los poderosos".

Afincarse en Nashville ha permitido a Gore emanciparse de Bill Clinton y desmarcarse de lo que María Soto, otra veterana de la Casa Blanca que ahora trabaja para el candidato, llama "la fiebre del Potomac", la visión distorsionada que tiene la clase política de Washington de los asuntos norteamericanos. En Nashville la campaña de Gore respira el aire saludable de la cercana granja de Cartaghe, donde vive la madre del candidato y donde sus ancestros, de origen norirlandés protestante, criaron ganado y cultivaron tabaco hasta que un cáncer de pulmón segó la vida de la hermana de Al.

Nashville es popular y auténtico. Decenas de hombres y mujeres de todas las edades formaban falanges en la noche del viernes en la pista del Wildhorse Saloon bailando canciones country que hablaban de amores perdidos. Llevaban botas, pantalones y sombreros vaqueros, como los que Gore luce cuando viene por aquí, y los más eran blancos, rubios, de ojos azules y aire sano y algo palurdo. Y es que más del 80% de los habitantes de Nashville son blancos de origen anglosajón; campesinos y ganaderos que crearon la música country y, con Elvis Presley, otro hijo de Tennessee, ayudaron a alumbrar el rock.

A esas alturas, el reportero ya había visitado el Country Music Hall of Fame, deteniéndose en dos piezas: un precioso jukebox de la marca Wurlitzer que emitía el tema Honky Tonkin, de Hanks Williams, y el Pontiac Bonneville de 1962 del cantante Webb Rice, blanco y decorado con pistolas, rifles y cuernos de vaca. Y sabía que Grand Ole Pry, nacido en Nashville en 1925, es el programa de radio más antiguo de EE UU, y también que esta ciudad es la cuna de la guitarras Gibson.

Aunque nacido en Washington, Gore es tan producto de Nashville como los maravillosos carteles de música que sigue imprimiendo con instrumentos del siglo XIX el Hatch Show Print. O como el Tennessean, diario al que telefoneó desde Washington el 31 de marzo de 1948 el senador Albert Gore para informar del nacimiento de su primogénito. "No quiero que la noticia esté escondida en páginas interiores, la quiero en primera plana", dijo el senador, y así salió el día siguiente. Así que aquí estará Gore en la noche del 7 de noviembre. "Para celebrar la victoria", dice Dagoberto Vega, no sin antes tocar madera.

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