El hombre sin hipotecas

Nunca perteneció a la Liga de los comunistas en tiempos de Tito, nunca tuvo el menor coqueteo con su contrincante el presidente Slobodan Milosevic, apenas se implicó en las eternas disputas entre los ególatras jefecillos de la atomizada oposición serbia, es nacionalista, pero también demócrata y legalista, y las malas lenguas lo definen como "alguien que sabe lo que no quiere, pero no sabe lo que quiere". Este hombre sin atributos aparentes, Vojislav Kostunica, un jurista de 56 años, se ha convertido en unas semanas en alguien capaz de conseguir lo que parecía imposible: hacer temblar a Milosevic y su régimen.La agencia independiente de prensa Beta ha encontrado una serie de atributos aplicables a Kostunica: "Competente, estable, incorruptible y sin nada que le comprometa". Carece de dotes oratorias y de madera de líder, pero quizá en eso reside la clave de su meteórica carrera. Un pueblo harto de retórica patriotera y de ollas vacías, de políticos carismáticos y de salvadores de la nación parece haber depositado sus esperanzas en este hombre al que su propaganda electoral presenta como "el único que les puede mirar a los ojos".

Está casado con una mujer que no se mezcla para nada en la política y no tiene hijos. Le gustan a Kostunica los gatos. La televisión oficial serbia (RTS), a falta de mejores argumentos, le acusó de tener más gatos en casa que afiliados a su partido.