Un político acorralado
Mira Markovic, la esposa de Slobodan Milosevic, declaró hace algunos años: "Llegamos al poder en medio de un derramamiento de sangre y sólo lo dejaremos en medio de un derramamiento de sangre".Las palabras de Mira Markovic podrían resultar proféticas. Milosevic es hoy un hombre acorralado. No tiene otra salida que conservar el poder a cualquier precio. Si pierde, corre el riesgo de tener que comparecer, acusado como criminal de guerra, ante el Tribunal Penal de La Haya para los delitos cometidos en la antigua Yugoslavia. Por eso, la elección presidencial de mañana en Yugoslavia se ha convertido en algo casi existencial para Milosevic y su camarilla.
En la bolsa de informaciones y rumores de Belgrado circulaba la versión de que la poderosa Markovic vive obsesionada con el final de los Ceausescu en la vecina Rumania, arrojados del poder por una revuelta popular hace 10 años. Analistas políticos de Belgrado estiman que Milosevic puede proclamarse vencedor de las elecciones si considera que la reacción popular ante el fraude no duraría mucho y acabaría otra vez sumida en la resignación.
La población serbia, cada vez más sumida en la miseria, no parece muy dispuesta a dejarse manipular por los llamamientos al nacionalismo y la xenofobia del régimen. Por añadidura, en esta ocasión, Serbia cuenta con una alternativa, nacionalista y honesta.
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