De usted depende, ¿inocente o culpable?
8.000 ciudadanos de la Comunidad pueden ser llamados para integrarse a los nuevos jurados populares
Le puede tocar a cualquiera. No se admite una negativa por respuesta, salvo en casos muy específicos. Participar significa decidir la inocencia o la culpabilidad ante un presunto delito. La abstención no es un pronunciamiento permitido. Es el jurado. Fascinante para muchos en la gran pantalla y nada glamuroso para otros cuando la comunicación certificada está detrás de la puerta de casa. En Castellón y Valencia ya se ha puesto en marcha el mecanismo de selección para los próximos dos años. Los empadronados en Alicante entrarán en la urna el próximo día 29.Para ser uno de los miembros que componen el jurado -siete más dos suplentes-, se exige mayoría de edad, saber leer y escribir, ser vecino de cualquiera de los municipios de la provincia, no tener impedimentos físicos o psíquicos para el desempeño normal de la función y encontrase en pleno ejercicio de los derechos. Y, para evitarlo habrá que demostrar que se es mayor de 65 años, haber desempeñado esta función en los cuatro años precedentes, sufrir cargas familiares que supongan un grave trastorno, residir en el extranjero, ser militar profesional en servicio o acreditar causa grave.
En total, serán casi 6.000 los ciudadanos de la Comunidad (4.000 de Valencia, 2.000 en Castellón y otros tantos en Alicante) los candidatos formales a dar un veredicto en alguno de los juicios con jurado que se señalen para los próximos años 2001 y 2002, periodo en el que se prevé la celebración en la provincia de Valencia de unos 80. Ésta es la tercera selección realizada desde que se aprobara la ley en 1995 y que entró en vigor al año siguiente. En la edición anterior, en 1998, en la provincia de Valencia resultaron elegidos 1.042 ciudadanos. De ellos, 291 presentaron excusas varias para eludir ese deber cívico. Se aceptaron 232, se rechazaron 29 y se enviaron a otras partidas judiciales 30 para que se resolviera sobre ellas. Según los datos facilitados por el Decanato de los Juzgados de Valencia, la mayoría de las excusas aceptadas son aquéllas que responden al incumplimiento de uno de los requisitos obligados. Sobre las rechazadas, no vale "estoy embarazada" -salvo un riesgo físico que avalen informes médicos- ni "tengo un trabajo nuevo, cómo voy a faltar" o "no voy porque atenta contra mi conciencia". Tampoco aquello de "pues si me llaman me niego y punto" -en este caso, además de la multa, la autoridad uniformada puede presentarse en casa-, y menos aún eso de "ni hablar, cómo voy yo a decidir si alguien va a no a la cárcel", "no sé nada de leyes", "me da miedo que luego se venguen" o "cómo voy a dejar a los niños solos".
De éstas, se ha presentado más de una. Pero no ha valido de nada. Como reconoce el propio presidente de la Audiencia Provincial de Valencia, Pedro Castellano, "los elegidos acuden con ciertas reticencias". Ni dietas pagadas ni cumplimiento del deber ni ejercicio democrático calman la tensión que genera para una gran mayoría verse en esa situación.
"No es lo mismo que ser presidente de una mesa electoral, esto es muy comprometido, ¿y si castigas a un inocente? Debería ser opcional, también cuenta mi derecho a negarme". Lo dice Carmen Boix, de 29 años, empleada en una empresa de nuevas tecnologías. Su pareja, Toni Vives, de 34 años, lo encuentra apasionante: "Me recuerda a las películas americanas, creo que tengo las mismas posibilidades de equivocarme o acertar que los propios jueces. Con el jurado, intervienen más partes en la determinación de una sentencia". Consuelo Díaz, ama de casa de 41 años, estaría encantada: "Me ofrecería voluntaria si se pudiera". En cambio, su marido, Jordi Mas, ejecutivo de 47 años, no sabría dónde esconderse: "Ni hablar, yo busco lo que sea para no verme en ese mogollón. Me pongo malo, me voy de viaje, diría que soy racista... aunque creo que sólo de verme en el banco del juzgado me daría un mareo, ya verían que no sirvo para eso, ¿no?".
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