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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

DRIS CHRAÏBI Y LO SAGRADO

Recién llegada de un congreso internacional de investigación y creación en la Universidad de Casablanca, leo el artículo 'Aires de libertad' (Babelia, 16 de septiembre), de Pedro Canales, corresponsal en Rabat, a quien sigo desde hace tiempo como atento periodista a las cuestiones político-sociales marroquíes. Personalmente estoy siempre por la deliberación razonada y contrastada, por lo que fatigo a las teclas de mi ordenador y azuzo con mis reflexiones con ánimo de sensibilizar hacia una lectura serena de los textos. Agradezco al señor Canales, la mención a esta literatura y a este escritor, a los que me debo, antes que por profesión, por vocación.En efecto, con su primera obra, El pasado simple, que traduje y prologué (Del O. y del Mediterráneo), el escritor fue tachado de "asesino de la esperanza", su vida corrió peligro y renunció a su obra. La crítica al islam, entonces, en el delicadísimo y peligroso panorama histórico de nuestro vecino Marruecos y con el llorado Mohamed V en el exilio, levantó gran disensión. Pero no se trata de conocer la autenticidad de esa obra, si es "iconoclasta", etcétera, sino de apreciar la elaboración de su lenguaje constantemente trabajado de igual forma que lo está el diálogo, que, como narración, determina el horizonte que espera el lector. Obra imitada pero no superada, todo un monumento, ya que primeramente se afirma como un montaje textual.

Sus obras posteriores, si excluimos Les boucs, son el reencuentro con la historia, la evocación de una literatura entre la Biblia y los cuentos árabes. Chraïbi sigue el ideal del islam trascendental, demostrado sobre todo en la trilogía, epopeya histórica, Une enquête au pays, La mère du primtemps y Nacimiento al alba (Anaya & M. Muchnik): lenguaje espiritual y loa a sus orígenes; y de ese canto coránico, en su más pura esencia, preñado de símbolos y metáforas, se baña El hombre del libro, atravesado por intertextos que enseguida se reintegran en el relato, donde lo sagrado es recuperado por el imaginario colectivo, unido al origen, y donde el Profeta extrae su fuerza de su relación con el Libro, con lo escrito, fuente de luz.

Desde El pasado simple hasta El hombre del libro han transcurrido 40 años, pero el compromiso de este escritor ha sido siempre el mismo, y su escritura poética, que primero turba, remueve las conciencias adormecidas e instaladas en un convencionalismo alienante. En los años sesenta, grandes escritores marroquíes, por citar sólo a Laabi y a Jatibi, lo reconocieron "como nuestro mejor escritor, se quiera o no".

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Dice Chraïbi: "Mis ideas germinan en Marruecos, donde tengo más lectores que dinero. Los lectores no se equivocan; por eso perduran mis libros". ¿"Irreverente", Chraïbi? Sobre todo, valiente cuando escudriña lo inauténtico y descarría al indiscreto. Pero en él se libra el combate entre los valores del islam, del que jamás ha renegado, y los valores de una civilización a la que se adapta su amada tierra marroquí en una mutación, ya irreversible, conservando sus lazos espirituales.- Leonor Merino. Doctora en Filosofía y Letras de la UAM y traductora e investigadora en literatura magrebí.

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