_
_
_
_
Generación NómadaNúria Puigvert colaboró con una ONG en Camerún

El lugar donde cambia todo IGNACIO VIDAL-FOLCH

La consecuencia más elemental del viaje que el verano pasado hizo Núria Puigvert por Camerún han sido las adivinanzas fisonómicas a que se entrega en el vagón del metro barcelonés cuando ve a un negro. Observa los rasgos de su cara, la oscuridad de su piel, la forma de la nariz y la frente, y extrae sus conclusiones sobre si será nativo de Costa de Marfil o de Guinea. Y mientras hace esto, los recuerdos se despiertan y se agolpan.Es la prolongación doméstica de los viajes en tren que la llevaron el verano pasado a recorrer, arriba y abajo, de este a oeste y vuelta a empezar, el Camerún, visitando enclaves de una ONG claretiana que la había enviado allí para levantar un informe de las necesidades más perentorias de cada asentamiento. Los trenes iban atestados de viajeros. La paciencia se les suponía a todos. El convoy se detenía una o dos horas en mitad de ninguna parte, sin explicación y sin que nadie rechistase. En los trayectos largos -de Akono a N'Ganderé son 19 horas- el viaje se interrumpía cada cierto tiempo para que los viajeros musulmanes bajasen al andén de alguna estación a rezar sus plegarias, de cara a La Meca.

Consecuencia menos superficial de esa experiencia son las preguntas que ahora asaltan a Núria, la duda sobre muchas cosas, entre ellas sobre sí misma y sobre sus prioridades vitales y propósitos de futuro. Por ejemplo: acaba de recibir una oferta de trabajo para volver a África por un año. Sólo hace unas semanas esto le hubiera parecido el cumplimiento de un sueño de plenitud. Pero precisamente en el colegio donde trabaja la acaban de ascender en el escalafón. ¿Qué hacer? ¿Irse y volver a empezar desde cero el año que viene? ¿Dejar plantados a los que la necesitan aquí sería un acto de coraje o una fuga? ¿Algo romántico o estúpido? ¡Ah! Menos mal que es una chica optimista y alegre.

Esta joven de 26 años ha estudiado Educación Especial y Psicopedagogía. Desde hacía años tenía ganas de conocer Suramérica, pero le salió la oportunidad de visitar el África negra y ayudar en la modesta medida de sus posibilidades a gente con menos suerte. Por casualidad acabó en Camerún. "La gente que conocía que había estado allí volvía enamorada y quiere regresar. Yo también. Allí cambia todo. Todo lo que consideras prioritario allí deja de serlo. Vuelves a casa y te parece que vives en una sociedad de neuróticos cargados de manías tontas", dice.

Aterrizaron en el aeropuerto de Yaundé, la capital política del país. El presidente de la República francesa, Jacques Chirac, acababa de hacer allí un viaje oficial, y para recibirle adecuadamente las autoridades habían tendido una flamante carretera del aeropuerto a la capital, en los márgenes se veían todavía las casas demolidas sin contemplaciones. No encontrarían otra carretera tan flamante.

Núria y sus compañeros de viaje, Montse y Albert, estuvieron en las comunidades de Akono, Bamunka, N'Ganderé y Kribi; en la mayor parte del país se habla francés, en otras zonas inglés, y en todas partes lenguas locales, como el pijíng y el ewondo. Pronto se asimilaron tanto al terreno, que se veían a sí mismos como negros, y cuando encontraban a un blanco en un supermercado les asombraba la palidez de su piel. En cambio, dejaron de sorprenderles cosas como las peregrinas ofertas de compra que de vez en cuando un taxista o un viajero lanzaba a Albert por sus blancas "esposas"; la charla con un soldado que se dirigía a la frontera con Nigeria, para participar en una guerra interminable y localizada entre los dos países, por cuestiones fronterizas, una guerra de la que no tenían idea, de la que no se habla y que a nadie parece importarle mucho.

Por lo demás, durante su verano africano Núria se hizo una idea del continente negro completamente diferente de la que tenía: "Llegué con la imagen mental de Etiopía, esperando encontrar un país de hambre, de calor infernal, de enfermedades pandémicas, y me encontré en pleno invierno camerunés, que es de una temperatura parecida a nuestra primavera; en un país completamente verde, donde llueve mucho, donde los campesinos queman la vegetación de un campo para sembrar en el mes de diciembre y en agosto la hierba te llega a la cintura, una tierra tan fértil que cosechan maíz tres veces al año. En fin, no faltan recursos, pero lo que sí falta es sentido de la organización y sobra una corrupción estatal que no permite que ninguna mejora florezca y se asiente".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Como suele sucederles a quienes viajan a África, Núria quedó conmovida por la disponibilidad, bondad, paciencia, alegría y calidez innatas de los niños y jóvenes que tuvo oportunidad de conocer; le parecía que su forma de ser y vivir es más humana que la nuestra. "Lo que ellos tienen es lo que nosotros estamos perdiendo", dice.

Y en contrapartida, casi todos esos niños y jóvenes deseaban ardientemente escapar de su mundo tribal y mágico para fundirse con los guapos, saludables y benignos blancos de Europa (¡con nosotros!). A todos les interesa saber el precio de un piso en España, todos están seguros de que en España enseguida encontrarían un trabajo y empezarían una segunda y mejor vida.

Consuelo Bautista

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_