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El Senado de EE UU aprueba el establecimiento de relaciones comerciales normalizadas con China

Superado el trámite del Congreso y pendiente ya sólo de la rúbrica de Bill Clinton, el Senado de EE UU aprobó ayer abrir las puertas de su país al comercio estable con China. Aunque las leyes estadounidenses obligan a la revisión anual de los acuerdos comerciales con los países comunistas, la votación del Senado permite combinar los mercados de la mayor potencia mundial con los del país más poblado del planeta. La ratificación del acuerdo es la culminación del pacto comercial que los dos países firmaron hace un año y que ha allanado el camino hacia el ingreso inmediato de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Los defensores de la medida auguran un florecimiento inmediato del comercio bilateral, aunque previsiblemente beneficiará más al balance comercial de EE UU: para las empresas estadounidenses se abre el mercado de consumidores más suculento del mundo. A cambio, China entra en la élite comercial internacional y traduce su incorporación como un reconocimiento a los cambios en la política de su Gobierno.

Para los detractores (asociaciones de derechos humanos, sindicatos y grupos conservadores), el acuerdo es una manera de perdonar a China sus pecados internacionales, especialmente su contribución a la proliferación de armas y la implacable política social interna que quedó reflejada para la historia en los sucesos de Tiananmen hace más de 10 años. También temen una huida de factorías hacia China para aprovechar las tarifas más baratas que ofrece este país.

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