El ejemplo de Recalde

Si la escalada de atentados de ETA, la caza del militante del PP, del PSOE o simplemente de personas demócratas es cada día más repugnante, el sufrido por Recalde añade nuevos elementos de reflexión. Ya ETA se caracterizó en los años ochenta por asesinar a algunos de los militares más comprometidos con la democracia. Después ha matado a gentes que desde su juventud lucharon y padecieron por la democracia y por los derechos de los trabajadores. Hace un mes mató a Jáuregui, un luchador comunista y socialista, partidario del diálogo y de la convivencia en una Euskadi plural. Y ahora atenta contra Recalde.Pero ¿qué saben de la historia de España y de Euskadi estos asesinos, que han nacido en la democracia gracias a las luchas de personas como Recalde? ¿Qué saben éstos, que tanto hablan de socialismo y revolución, lo que ha hecho este hombre por las libertades políticas y sociales del pueblo español y del pueblo vasco? EL PAÍS ha dado ya numerosos datos de la vida de Recalde; yo les voy a dar uno personal, sin duda generalizable a más personas. Cuando, a finales de los años sesenta, una generación de jóvenes empezamos a descubrir en la España franquista las ideas del socialismo y los derechos nacionales, los libros de Recalde fueron algunos de nuestros libros de cabecera; su papel en el FLP y su ejemplo político y moral fue un aliciente para nuestro compromiso político antifranquista.

Pero es mucho pedir que alguien de los que se llenan la boca con falsa terminología de izquierdas y revolucionaria se lo cuente a estos jóvenes bárbaros, a ver si se enteran de qué es lo que están haciendo y contra quiénes están disparando. Si la memoria histórica es fundamental para la vida y la identidad de los pueblos, da la impresión de que a estos pistoleros les han borrado la del pueblo vasco en la educación recibida en sus casas y en sus escuelas.

Que tomen nota los que hoy siguen jugando con fuego, porque la serpiente que están alimentando, aunque ahora se sientan a salvo, algún día también irá a por ellos, como dijo Bertolt Brecht, del que seguramente ninguno de éstos ha oído hablar o ha leído una línea.- Héctor Maravall Gómez-Allende. Madrid.