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Hillary se calza los guantes

La esposa del presidente Clinton abre su primer debate en televisión frente a su rival republicano en Nueva York

A puñetazo limpio. Apenas quedó margen para la cortesía, salvo la estrictamente necesaria frente a las cámaras, en el primer debate electoral que el pasado miércoles por la noche enfrentó a Hillary Clinton, candidata demócrata al Senado por Nueva York, y a su contrincante, el joven y desconocido congresista republicano por Long Island, Rick Lazio. La pelea acabó en tablas, pero sirvió para demostrar que las elecciones por este Estado serán igual de sangrientas o más que las presidenciales.Los púgiles aparecieron frescos y decididos en el ring azul que la cadena NBC había preparado en la pequeña localidad neoyorquina de Búfalo. Por un lado, Hillary Clinton, la candidata cunera, primera dama, 20 años de tablas políticas, ocho de ellos amortiguando los golpes a la presidencia de su marido, con un conjunto a juego con el decorado. Por el otro, Rick Lazio, más juvenil que sus 42 años, sonrisa en los labios, cuatro mandatos como uno de los 30 representante por Nueva York, con traje oscuro y corbata roja. El árbitro, Tim Russert, el moderador político de más prestigio en EE UU.

El ambiente se caldeó a los pocos minutos del combate. Tras una breve presentación, los ataques se dispararon. Cada contrincante siguió los consejos de sus entrenadores. Lazio, decidido a mantener el tipo frente al peso pesado de Washington, acusó a Hillary de desembarcar en un Estado en el que nunca había vivido hasta hace un año, y puso en cuestión su honestidad haciendo veladas referencias al balance presidencial de su marido.

La primera dama no perdió ocasión de recordar que su contrincante, que se presenta como un republicano moderado, fue ayudante de Newt Gingrich, el artífice de la revolución conservadora.

Hubo dos momentos estelares en los que los rivales, con esa increíble soltura que tienen los políticos norteamericanos frente a las cámaras, se saltaron el guión. El primero lo provocó el propio arbitro, Tim Russert, cuando mostró las imágenes de la entrevista en la que Hillary, con otro corte de pelo y bastante más ojerosa, denunció una "conspiración conservadora" cuando acababa de estallar el escándalo Lewinsky, en enero de 1998. "¿Lamenta usted haber engañado al pueblo americano?", le preguntó Russert. "Yo no engañé a nadie. No sabía la verdad. Aquel fue un momento muy doloroso", respondió Hillary con voz entrecortada.

Hacia el final del debate, que duró una hora, Lazio lanzó un ataque inesperado. Se sacó de la chaqueta una propuesta para eliminar el llamado dinero blando, las contribuciones anónimas que no están reguladas por ley, uno de los temas más polémicos sobre la financiación de las campañas electorales en Estados Unidos. El republicano retó a la primera dama a que firmara el documento delante de las cámaras y se acercó hasta ella, bolígrafo en mano. Contra las cuerdas, Hillary esquivó el golpe: "Admiro su gran actuación". A lo que Lazio, sonriente, le contestó. "No le pido que la admire, le pido que la firme".

Nueva York se ha convertido en la carrera senatorial más cara de la historia. Los demócratas han recaudado 22 millones de dólares (4.180 millones de pesetas) en dinero de origen anónimo, frente a los 19 de de los republicanos.

El primer asalto ante las cámaras, de los tres que se celebrarán en la contienda por Nueva York, habrá servido sobre todo para que los rivales midan sus fuerzas y tácticas. Una breve encuesta de la CBS daba a Hillary como ganadora (49%), frente a Lazio (36%). Los dos contrincantes saben que los resultados dependen de una minoría de indecisos por los que luchan a brazo partido.

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