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Lágrimas compartidas

El equipo de la película 'Solas' asiste a una emotiva proyección de la cinta en el módulo de mujeres de la cárcel Sevilla 2

"He visto esta película muchas veces. Me había emocionado otras dos veces antes de hoy. Pero esta tarde he vuelto a llorar cuando la he visto junto a vosotras. He llorado vuestras lágrimas. Vosotras, que estáis en circunstancias muy duras, parecidas a las de la protagonista, debéis aprender la moraleja de esta historia. Su mensaje debe ser un mensaje de ánimo para vosotras". Así se dirigió ayer Carlos Álvarez-Novoa, actor de la película Solas, a las internas del módulo de mujeres de la prisión Sevilla 2, tras la proyección de la cinta a la que también asistió su director, Benito Zambrano.El salón de actos del módulo de mujeres del centro penitenciario parecía ayer el de un colegio. Las internas, que abarrotaron el local, asistieron a la proyección de la película presas de una mezcla de nerviosismo y alegría. Parecía más una función de fin de curso que una de las muchas actividades culturales que, durante el año, se organizan en prisión.

Antes de que comenzara el acto, se habían escuchado gritos y risas escandalosas entre el público, hubo que llamar al orden, y la tensión se desató en un estruendoso aplauso cuando el director de la cinta y algunos de los actores de la misma entraron en la sala.

El ambiente festivo fue disipándose conforme avanzaba en la pantalla la dura historia que cuenta Zambrano en su ópera prima. La historia de una mujer sola, embarazada y desencantada de la vida y de los hombres; de una mujer dura que se enfrenta a los recuerdos de una infancia triste y violenta cuando su padre ingresa en el hospital y su madre pasa unos días con ella en su casa conquistó rápidamente a las espectadoras.

Lo que sí conservaron las internas durante toda la tarde fue esa curiosa propiedad que tiene todo grupo para mostrar reacciones unánimes mientras está reunido. Así, las presas aplaudieron como una sola la aparición en pantalla de Carlos Álvarez, acompañaron con rabia los gestos y actitudes feministas de la protagonista, Ana Fernández, criticaron los roles machistas y rieron a grandes carcajadas las ordinarieces que dicen varios de los personajes.

Álvarez, el abuelo de la película, fue el triunfador de la tarde. Tras la conclusión de la proyección, cuando se abrió el diálogo entre actores, director e internas, él fue el principal objeto de la curiosidad de las mujeres, que no pararon hasta conocer su estado civil, cuántos hijos tiene, si es abuelo en la realidad y qué tal relación tuvo con el perro con el que comparte piso en la historia de Zambrano.

Las preguntas de las mujeres variaron desde lo más doméstico -qué comida provocó el cólico que sufre el abuelo en una de las escenas- hasta otras más profundas, como pedirle a Zambrano una explicación sobre el origen de la historia, un nacimiento que el director lebrijano situó en sus recuerdos de infancia en el pueblo y en la vida de alguna de sus hermanas, que tuvieron que emigrar a la ciudad para trabajar como empleadas domésticas.

Las más avispadas trataron de sonsacar al cineasta acerca del presupuesto final de la película -125 millones, una película de bajo coste, según Zambrano- o del sueldo del director, un dato que no quiso dar "porque hay gente de la prensa por aquí".

La tertulia terminó en debate entre dos de las internas. Discutían sobre lo difícil que es conseguir amistades en prisión, sobre cómo están tan solas como las mujeres de la cinta. Álvarez sacó una conclusión: "Las circunstancias con las que cada cual tropieza en su vida son determinantes para acabar aquí dentro o allá fuera".

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