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Pujol amaga con presentarse de nuevo mientras Duran insiste en su derecho a sucederle

Francesc Valls

La guerra para suceder al presidente de la Generalitat y líder de CiU, Jordi Pujol, amenaza con convertirse en una novela por entregas en la que el protagonista se niega a morir, mientras sus sucesores reclaman la herencia. Ésa es la síntesis argumental de lo que en los últimos días sucede entre Pujol y el dirigente de Unió Democràtica, Josep Antoni Duran Lleida. Ayer Pujol bromeó con "la ansiedad" que muchos tienen por enterrarle, y advirtió de que podía dar una sorpresa y volver a presentarse. Duran insistió en su derecho a proponerse para liderar CiU.

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En esta guerra en el seno de la coalición nacionalista nadie cita a nadie por su nombre. Pero tanto en Convergència como en Unió se coincide en afirmar que anteayer Duran fue objeto de las críticas de Pujol, después de que el dirigente democristiano anunciara el pasado jueves su intención de iniciar la carrera sucesoria y de liderar en el futuro la coalición nacionalista. Pujol dijo anteayer: "Convergència Democràtica tiene la obligación y el deber de mantener el liderazgo nacionalista", dentro de la coalición de CiU. El presidente de la Generalitat y de CDC remachó ayer el clavo asegurando en una entrevista a la emisora pública Catalunya Ràdio: "No me dirigía específicamente a nadie". E insistió entre risas: "Yo no me siento enterrado y a lo mejor doy una sorpresa". En una siguiente frase con voz crecientemte entrecortada agregó: "Hay una especie de ansiedad entre algunos y yo me siento bien".

Jarro de agua fría

La reacción de Duran, moderada por la ausencia de referencias directas, no se hizo esperar, si bien quedó claro a quién y a qué se refería. En primer lugar, el líder democristiano no se dio por aludido por las palabras de Pujol y afirmó: "Lo que he hecho puramente es decir, desde la humildad pero al mismo tiempo desde la máxima disponibilidad, que quiero participar muy directamente en lo que es el debate de las ideas sobre el proyecto de país que los ciudadanos de hoy y del futuro necesitan". Con estas palabras reafirmaba su intención de seguir optando al liderazgo de Convergència i Unió, lo que en la práctica y de acuerdo con este alfabeto de signos de la coalición nacionalista equivale a decir que sigue en la carrera para suceder a Pujol.En contraste con la locuacidad de Pujol y de Duran, Artur Mas, consejero de Economía, candidato a la secretaría general de CDC y gran competidor del dirigente democristiano, guarda un discreto silencio al respecto. No deja de ser un secreto a voces que el anuncio realizado el pasado jueves por el líder democristiano de liderar el catalanismo político -el nacionalismo moderado- ha caído como un jarro de agua fría en Convergència Democràtica.

Duran, al liderar el partido socio de CDC, no se halla sujeto a la estricta disciplina que impone Pujol sobre la sucesión en su formación. Pero no escapa a las críticas. El pasado mes de julio, mientras se hallaba de visita oficial en China, Pujol conminó a Duran a guardar silencio sobre su sucesión. Ayer no utilizó la misma fórmula, aunque los resultados que pretendía parecían ser los mismos. De hecho, el presidente de la Generalitat nunca ha dicho que no volverá a repetir como cabeza de lista de CiU en unas elecciones autonómicas. No obstante, ha permitido que estrechos colaboradores suyos siembren ese mensaje e incluso lo digan en su presencia, en actos públicos.

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Desde Convergència, oficialmente, se espera que el próximo congreso -que se celebra en noviembre-, junto con el de Unió -previsto para diciembre- sirvan para clarificar el panorama. Sin embargo, todo hace prever un final de temporada movido, puesto que hay que resolver el encaje futuro entre ambas formaciones y luego el asunto del liderazgo, algo en lo que democristianos y convergentes no se ponen de acuerdo. Desde CDC se apuesta por la fusión de ambas formaciones, y UDC propugna la federación. Mientras, los dos candidatos -Duran y Mas- se miran de reojo.

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