El cámping inundado en Italia estuvo a punto de ser demolido
Minusválidos
El cámping Le Giare (Las Tinajas), destruido la madrugada del domingo por la embestida de las aguas de un torrente crecido, en la localidad de Soverato (Calabria), no debió haber recibido nunca un permiso de apertura. Mientras los equipos de rescate buscan bajo el fango al menos a cuatro desaparecidos y en la sala mortuoria del hospital local se alinean 12 cadáveres, todo el mundo en Italia se rasga las vestiduras preguntándose cómo era posible que Le Giare llevara funcionando desde 1968 en un lugar de alta peligrosidad, prácticamente dentro del lecho del torrente Beltrame. El Gobierno italiano declaró ayer Soverato zona catastrófica y destinó 2.500 millones de pesetas a ayudas.Autoridades locales, regionales y nacionales intercambiaban ayer acusaciones en una estéril búsqueda de culpables, preocupados por el impacto de una tragedia que, todos lo reconocen, podía haberse evitado. La magistratura de Catanzaro había abierto en 1993 una investigación sobre el cámping. El alcalde de Soverato, Giovanni Calabretta, aseguró también ayer que el cámping había estado a punto de ser demolido. "Llegamos a iniciar los trámites legales para la demolición de las instalaciones, pero la causa fue muy accidentada y al final quedó paralizada", dijo Calabretta, de 46 años, que se ofreció como "chivo expiatorio" de la tragedia, en vista de la evidente responsabilidad municipal en el permiso de Le Giare.
Sobre el papel era evidente que el cámping no debía estar donde estaba. La ley italiana obliga a situar este tipo de instalaciones a más de 150 metros de distancia de los lechos de ríos como el Soverato-Beltrame. Pero la ley se incumple con frecuencia, especialmente en Calabria, una región del sur de Italia donde se ha construido mucho y mal en los últimos años, donde los montes son pasto de las llamas cada verano (en lo que va de año se han registrado 1.540 incendios en la región), y donde el cambio climático ha impuesto su ley de periodos de sequía salpicados de intensas lluvias torrenciales.
La catástrofe del cámping Le Giare, donde se alojaba un número no precisado de minusválidos con sus cuidadores y un grupo menor de turistas, no ha tenido un único motivo desencadenante. A las causas físicas y meteorológicas se ha sumado la imprudencia, el descuido y la pura fatalidad. El temporal de lluvias había comenzado el jueves, pero el viernes la situación se hizo preocupante. Hasta el punto de que los responsables de Unitalsi (la asociación que organizaba las vacaciones de los minusválidos) optaron por acortar la estancia y avisaron a los familiares de los excursionistas para que vinieran a recogerles cuanto antes. Muchos lo hicieron el sábado. Fuentes oficiales hablan de 12 cadáveres recuperados, cuatro desaparecidos y una treintena de heridos, casi todos leves. Pero otras fuentes aseguran que la cifra de desaparecidos es más alta, incluiría a tres miembros del grupo de Unitalsi, una familia de turistas de cuatro miembros y un par de empleados del cámping.
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