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El trasvase Ebro-Almería atraviesa catorce espacios naturales y requiere nuevas presas

Más de 20 capitales y grandes ciudades carecen de garantía de suministro de agua

El trasvase Ebro-Almería, la única alternativa que el Plan Hidrológico Nacional considera viable para dotar de agua a las poblaciones y regadíos del litoral mediterráneo, atraviesa al menos 14 espacios protegidos y el parque natural de Cabo de Gata-Níjar, que aspira a convertirse en Parque Nacional. Estos impactos exigirán modificaciones del trazado más económico. El recorrido requiere varios embalses intermedios. De los siete analizados, tres se consideran viables y se desecha uno. La toma de 1.000 hectómetros del Ebro aumentará la intrusión marina en su Delta.

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Intrusión marina

Aunque los redactores del Plan Hidrológico Nacional (PHN)han elegido la alternativa del litoral para llevar agua desde el Ebro hasta Almería como la más económica y viable de las tres estudiadas, su trazado no deja de afectar a varios espacios naturales protegidos. El PHN se ocupa de analizar su impacto, así como de la viabilidad de los embalses necesarios para regular los caudales de agua a lo largo de los casi 1.000 kilómetros que tendrá la conducción.El mayor impacto ambiental es el del propio río aguas abajo de donde se efectúa la toma, muy próxima a su desembocadura en el gran delta. Este espacio, donde se conjuga la protección ambiental con el aprovechamiento turístico y una explotación intensiva de cultivos arroceros, sólo acoge el 5% de las aportaciones de sedimentos que recibía a principios de siglo.

Embalses intermedios

Las presas que jalonan el curso del Ebro son, en parte, responsables de esta pérdida. Los regadíos lo son de que sólo se viertan al mar 12.000 hectómetros cúbicos de los 17.000 que aporta el río como media anual. Algunos ecologistas atribuyen a esta pérdida de caudal la intrusión de agua marina hacia el interior. Para el PHN este fenómeno es natural y común a todos los estuarios y desembocaduras de ríos.

En este caso, la intrusión de agua salada marina penetra 40 kilómetros hacia Tortosa. Los redactores del plan dicen que esta cuña salina se mantiene al margen del caudal del río por las irregularidades de su lecho. Sin embargo reconocen que, con caudales superiores a los 300 metros cúbicos por segundo, no hay intrusión y, que si el caudal no alcanza los 100, la intrusión marina llega hasta Amposta y Sapinya. Con la extracción de 1.000 hectómetros cúbicos anuales la presencia de la cuña marina pasaría de 8,7 a 9,3 meses al año. "El balance es incierto, pero dadas las magnitudes manejadas no alteraría sensiblemente el caudal del río", dice el plan, para añadir a renglón seguido que los caudales ecológicos establecidos "no están validados", por lo que es necesario "hacer un estudio específico" sobre este impacto antes de hacer el trasvase.

Con una toma entre Mequinenza y Tortosa, la conducción atraviesa dos espacios naturales catalogados: Serres de Cardó-Boix y el Sistema Prelitoral Meridional. Más abajo cruza los Barrancos de San Antoni, Lloret y la Galera. Si en los dos primeros casos el trasvase puede sortearlos por sus bordes, en los dos segundos propone seguir en paralelo la traza del canal de Xerta para mitigar el impacto.

En cuanto a las sierras de Espada y la Calderona no parece difícil sortearlas con ligeras modificaciones de trazado, pero, como su geología es adversa (margas y arcillas), el PHN recomienda que cualquier propuesta vaya avalada por un estudio geológico detallado. "Evitar cualquier tipo de afección parece muy complicado, pero reducirla a interferencias puntuales con el contorno del espacio puede ser factible y no alteraría sustancialmente los costes" dice, en referencia a ambos espacios.

El trazado sigue sin obstáculos ambientales hasta la sierra de Crevillente, incluida en la lista nacional de lugares protegidos. "Puede sortearse modificando el trazado bordeándola por el este, incrementando el recorrido en 10 kilómetros si estudios posteriores consideran ambientalmente inviable el trazado propuesto".

Más hacia el sur, el trazado penetra en los Barrancos de Gébar, un espacio protegido que se podría evitar enterrando la tubería. También los Karst de Sorbas y el parque Cabo de Gata-Níjar pueden esquivarse con cambios del trazado sin grandes costes.

En cuanto a los embalses intermedios del trasvase, el plan estudia siete propuestas a lo largo del trazado Ebro-Almería (el trazado Ebro-Barcelona carece de impactos ambientales y sólo contempla la posibilidad de hacer el embalse de San Jaime). La primera de ellas, el embalse de Canaletas la descarta por su impacto.Los de Val d´Infern y Cervera son viables, pero necesitarían tratamiento de impermeabilización y estudios geológicos suplementarios. El primero tiene limitaciones ambientales, y el segundo tendría que construirse aguas arriba de Cervera del Maestre, aunque inunde la carretera con San Mateo.

Los de Calig y Gorra reciben el calificativo de "desfavorables" por defectos geológicos, mientras el de Villamarchante, en el Turia, alcanza el aprobado. Ninguno de ellos sobrepasaría los 90 hectómetros cúbicos de capacidad de almacenamiento.

Por otra parte, la última sequía de los noventa (de 1990 a 1995) puso en evidencia la vulnerabilidad de los sistemas de abastecimiento de la mayoría de las grandes ciudades. Más de 11 millones de españoles sufrieron restricciones durante largo tiempo debido al agotamiento de las reservas. Según la incidencia del cambio climático, la disponibilidad de agua en España se reducirá un 6% en los próximos años.

El anteproyecto de ley del plan señala que el Ministerio de Medio Ambiente deberá diseñar un programa nacional de detección de sequía (ya lo tienen el Canal de Isabel II y la Agencia Catalana de Aguas) con sistemas de alerta. Este mecanismo permitirá la adopción de medidas en función de la gravedad. No obstante, el plan recoge en su anexo de inversiones una lista de más de 20 ciudades en las que es necesario mejorar sus garantías de abastecimiento para no arriesgarse de nuevo a padecer cortes de agua. Entre ellas figuran Madrid, Barcelona, Oviedo, Salamanca, Cádiz y Málaga, Ciudad Real, Zaragoza, Badajoz, Palma de Mallorca o Santander. Junto a ellas, pequeñas poblaciones del entorno de los embalses de Entrepeñas y Buendía, de donde parte el trasvase Tajo-Segura, y otras aledañas al acueducto, que hasta ahora ven el agua pasar sin poderla beber.

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