Abismos
Cualquiera de los encendidos debates en que se sume Valencia con oportuna periodicidad, y con sus correspondientes zarpazos mediáticos, siempre ha estado presidido por la inmadurez de los partidos políticos que se turnan en el poder, que no son otros que el PSPV y el PP. Más allá de si el valenciano es o no catalán, de si la señera llevaba o no franja azul, de si era necesario o no revestir las ruinas del Teatro Romano de Sagunto, de si el proyecto de Ricardo Bofill tenía o no que aplicarse a todo el cauce del Turia o si hay o no que prolongar la Avenida de Blasco Ibáñez hasta el mar, la realidad que subyace es siempre la misma. El PP y el PSPV, sea cual sea la coyuntura política en la que transcurren y las circunstancias de liderazgo que los conducen, no han sido capaces de alcanzar un solo pacto ante una cuestión de Estado en los más de 20 años de trayecto democrático. Intentar darle este calibre al asunto del Estatut o a la ley de la Acadèmia Valenciana de la Llengua no sería del todo honesto, ya que uno lo arregló Madrid a martillazos y el otro, como se ve en la materialización de la ley, está más crudo que verde. En la mayoría de los casos con resonancia social, estos dos partidos, que son los que representan a la mayoría de la sociedad valenciana, han optado por aprovechar el desgaste que supone para quien propone desde el poder, incluso compartiendo la misma convicción política que el adversario. No fue extraño ver al PSPV en su día promover la apertura al mar por Blasco Ibañez o luego tratar de encabezar el movimiento ciudadano en contra de esta medida, en un barrio que pese a todo vota mayoritariamente al PP. O al PP dar la simetría en este mismo asunto o en cualquiera de ellos, siempre en función de esta regla de juego basada en el oportunismo y que puede ser muy nutritiva desde el punto de vista político, pero que solo produce abismos entre la sociedad. El resultado de esta actitud no es otro que el encarnizamiento en debates que otras sociedades no llegan ni a plantearse. Aunque siempre se podrá hacer la trampa con la lectura inversa, y asegurar que estos dos partidos sólo reflejan la división de la sociedad.
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