Casero y Heras, dos modos de triunfar
El corredor del Festina se viste de amarillo gracias a que el Kelme hizo una criba
La Vuelta empieza a definirse. Poco a poco, y con más artificio que sustancia, pero ya asoma cada uno donde le corresponde. Heras se sabe el más fuerte, aunque todavía no es el primero. Ese puesto, tan variable en las últimas jornadas, ha cambiado de manos y ha ido a parar a quien mejor ha aguantado los embates del Kelme. A Casero, un encajador nato, un defensa del ciclismo. A un corredor que sabe aprovechar, sin gastar recursos propios, los excesos de los demás. Y el Kelme se movió llevado por el exceso. Volvió a la estrategia que mejor conoce (el ataque indiscriminado) y que, vistas las últimas etapas, no sabe ni quiere cambiar.En La Molina, los corredores de Belda se quedaron con el grupo y subieron a bloque, al desgaste. Pero no debieron quedar del todo convencidos. Sólo sacaron en claro una victoria de etapa con el colombiano Cárdenas. El Kelme prefiere el derroche, la parafernalia. Por eso ayer esperaron al último puerto, el de la estación de esquí de Arcalís, y se lanzó medio equipo a la aventura. ¡Cuatro corredores fugados! ¿Para qué tantos? Para ayudar a Heras. El Kelme se sale de los cánones clásicos. En vez de subir a su líder en palmitas hasta arriba, envían a un batallón por delante para que le esperen y, cuando Heras asesta el golpe y arranca, lo van esperando y ayudándole de uno en uno a llegar hasta la meta, hasta que revientan todos. Y así un día tras otro. Qué cansancio.
Las estrategias no son buenas ni malas. Sólo tienen buenos o malos resultados. El Kelme no consiguió el triunfo de etapa, que se lo llevó un avispado Laiseka. El corredor del Euskaltel aprende más con los años, y ya domina el arte de saber cuándo sus compañeros están a otros asuntos y su escapada no estorba mucho. El Kelme hizo una criba en la Vuelta. En la jerga de Belda, se dice "mover el árbol". Caer caer, sólo cayó el ONCE. Los demás, con mayor o menor fortuna, lograron sujetarse. Pero podrían quedar a falta de un último zarandeo.
El ONCE perdió el amarillo, perdió a Olano y se quedó sin tres corredores: Cuesta, Luttenberger y Zarrabeitia. Una jornada nefasta, como la anterior para el Banesto. Para empezar, Santos González disfrutó de un efímero liderato. Eso sí, lo defendió con orgullo. Como mal menor, aún se mantiene junto al ramillete de favoritos. Ocupa la quinta posición.
Abraham Olano, en cambio, confirmó las sospechas. No es el corredor más en forma de su equipo, y no se ve en condiciones de liderar nada. Alcanzó la cima en Tarragona (triunfo de etapa más maillot amarillo) y con eso puede darse por satisfecho. Ahora ya puede pensar en Sydney. Porque en la Vuelta marcha noveno y todavía quedan tres etapas de montaña por delante.
Peores consecuencias tendrá la etapa de Arcalís para Mikel Zarrabeitia. En la bajada de La Rabassa (el primero de los tres puertos importantes de ayer), se le enredó la mano derecha entre los radios de una rueda y terminó caído en la acera, con graves heridas. Zarrabeitia perdió la falange distal (la superior) del dedo anular de la mano derecha, y en el meñique se le aplicaron puntos de sutura. Pese a la gravedad, podrá montar de nuevo en bicicleta sin problemas.
Hasta la lesión de Zarrabeitia, e incluso después, la etapa transcurrió con más tranquilidad de la programada. En realidad, la verdadera carrera no empezó hasta los últimos diez kilómetros, cuando Heras decidió salir de la monotonía e ir en busca de sus compañeros. Fue entonces cuando volvieron las malas sensaciones para el resto. El único que reaccionó fue Igor González de Galdeano, que subió en su espalda a Casero. Como el corredor de Festina ha sostenido una mayor regularidad y acabó mejor la contrarreloj de Tarragona, es el nuevo líder. Heras se quedó a las puertas. Había empezado la etapa como el peor clasificado (sexto) de los favoritos y adelantó a todos excepto a Casero.
Al líder del Kelme ya sólo le quedan tres rivales: Casero, Galdeano y Ullrich. O tal vez dos. De los tres ganadores de la Vuelta que hay en carrera, sólo Ullrich puede matemáticamente reeditar. Aún está a tiempo de reaccionar el alemán. Todo depende del ánimo que tenga para enzarzarse en la batalla que plantea el Kelme. En pura teoría, los dos días de descanso que se avecinan deberían favorecer a Ullrich. Hoy la Vuelta para con el fin de que los equipos se trasladen a Zaragoza, donde mañana se disputa una etapa de transición. El jueves, se volverá a descansar para recuperar la carrera el día siguiente. Mucho descanso. Tal vez demasiado para Ullrich, porque podría invitarle a reflexionar en exceso, y a desviar sus pensamientos hacia otros lugares (Sydney...).
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