"Si no rentabilizamos el flamenco, lo harán los de fuera"
Manuel Herrera (Casariche, Sevilla, 1940) es un profesor de Lengua Española al que su amor por la cultura andaluza y la casualidad (como a él le gusta decir), le llevaron en 1996 a hacerse cargo de la dirección del mayor acontecimiento flamenco del mundo, la Bienal de Sevilla. Su permanente labor en pro del arte gitano-andaluz le ha llevado a ocupar diferentes cargos y a trabajar desde distintos frentes. Si bien es cierto que ha llovido mucho desde que llegara a Los Palacios, hace ahora casi 30 años, en su memoria se mantiene fresco el recuerdo de su primer contacto con la Tertulia Flamenca El Pozo de las Penas. Esta experiencia propia, a lo largo de los años, ha dado como fruto una programación para la Bienal sumamente heterogénea en la que tendrán cabida todas las tendencias y estilos, desde el más ortodoxo al más ecléctico.Pregunta. ¿Cómo espera el comienzo de la XI Bienal de Flamenco?
Respuesta. Pues muy ilusionado. El comienzo va a ser bueno, ya que vamos a hacer un ejercicio de justicia, reconociendo a Matilde Coral su magisterio, trabajo y lucha a lo largo de cincuenta años de baile. Eso será empezar con buen pié la XI Bienal de Flamenco.
P. ¿Por qué en el Real Alcázar y no en un gran teatro?
R. Simplemente porque es uno de los lugares más emblemáticos de Sevilla, un escenario que esta ciudad también tiene que descubrir como su gran monumento, que no en vano es el segundo más visitado de Andalucía. Quizás empezarla allí sea significativo. Para la música de raíz más importante del mundo, un ambiente como el del patio de la Montería ha de servir de marco a un homenaje como el que se merece Matilde.
P. ¿Qué criterios se han seguido para conformar la agenda de espectáculos que compondrán la XI Bienal?
R. Los criterios han sido muchos, porque son muchos los escenarios y, lógicamente, cada espacio responde a una filosofía diferente.
P. ¿Por qué se ha dejado fuera de los ciclos La Bienal va por Barrios y Territorios Flamencos lugares tan fundamentales en la historia del flamenco como Morón de la Frontera y Alcalá de Guadaira?
R. No ha sido, en absoluto, desconsideración ni mala fe. Más bien ha sido por no atomizar y repetir todos los años lo mismo. Por otra parte, hay que acostumbrar a las empresas, a las compañías y a los propios artistas a presentar proyectos, porque, de otra manera, es muy difícil organizar a más de 600 artistas si hay que ir a buscarlos uno por uno.
P. ¿Que piensa del rumbo tomado por el flamenco en los últimos tiempos?
R. Yo creo que el flamenco es la música del futuro por la capacidad demostrada a lo largo de la historia para fusionarse con otras músicas. Esto no significa que tenga que morir lo que se ha entendido históricamente por flamenco y que hace mucho tiempo ya anunciaran Bécquer o Demófilo, porque, no sólo no está muerto, sino que además está conquistando todos los espacios del mundo.
P. ¿Le da miedo la velocidad a la que marcha esta evolución?
R. No, porque confío muchísimo en la juventud. El mismo espectáculo que va a presentar Israel Galván, que bailará a Kafka, hace unos años hubiese resultado kafkiano. Sin embargo hoy se baila a Kafka y al súrsum corda si hiciera falta.
P. ¿Se puede llegar a hacer una Bienal rentable?
R. Mi opinión es que sí. Porque si no rentabilizamos el flamenco, lo harán los de fuera. No hay más que echar una ojeada a Internet para darse cuenta de la cantidad de páginas web sobre flamenco que han diseñado extranjeros.
P. Desde ciertos sectores se ha criticado que los cursos que organiza la Bienal son para extranjeros. ¿Es cierto?
R. Yo creo que no. La Bienal ha utilizado la infraestructura de la Fundación Cristina Heeren porque entendemos que todo lo que está en funcionamiento hay que aprovecharlo. Por ejemplo, la última Lámpara Minera en el festival de La Unión la ha ganado Rocio Segura, que es una ex-alumna de dicha fundación, por lo tanto...
P. ¿Cuáles han sido los recursos económicos y los patrocinadores con los que ha contado en esta edición?
R. Para que la Bienal sea el gran festival que Andalucía quiere ofrecer al mundo, hace falta aglutinar de una vez por todas el compromiso de cada una de las instituciones con competencias en cultura. En este momento, se puede decir que están representadas todas las administraciones; el Área de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, las consejerías de Cultura y Turismo de la Junta, el Instituto Andaluz de la Juventud y, también, el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, del Ministerio de Cultura. Por último, tenemos varios acuerdos con algunas instancias como la Diputación de Sevilla, la fundación El Monte y la Fundación Cristina Heeren. Sin embargo es necesario que que el compromiso con estas instituciones, se formalice bajo una serie de garantías. Mientras esto no cambie, dificilmente podremos tener un diálogo fluido con los productores, empresarios y artistas.
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