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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Luto en la música valenciana

Gonzalo Badenes era (¡cuánto dolor encierra este pasado!) todo un músico. Su instrumento, la palabra. Con ella, vehículo de una lucidez reveladora, estimuló la inteligencia de todos aquellos que acudíamos expectantes a su columna dos días después de que un concierto se hubiese celebrado.Así, daba la sensación de que dicho concierto no concluía realmente hasta que Gonzalo publicaba su crítica, que en ocasiones tenía más valor que el mismo acontecimiento criticado. Nadie decía tan sutil y tan completo en tan pocas líneas. Su maestría, elegantísima, quizá haya sido reconocida públicamente -como tantas veces- demasiado tarde.

Fue la de la presentación de la próxima temporada del Palau la última ocasión en la que nos vimos. Mientras le acompañaba a su casa, Gonzalo, a pesar de reconocer que la programación se prometía rutilante, lamentaba el hecho de que las estrellas que iban a pasar por aquí no iban a ser sino estrellas fugaces, y que lo que en de verdad necesitábamos en Valencia era oxigenar y educar nuestras estructuras musicales propias. Esta es una muestra de ese escepticismo suyo, que, aunque para algunos rayaba en lo neurótico, era signo de toda una robusta salud mental.

Por su conversación, en la que relucía sin relamida pedantería su profunda cultura, por sus escritos, por su honestidad e independencia irreductibles, por su fidelidad con sus amigos, Gonzalo debería haber sido declarado individuo protegido de una especie en peligro de extinción. Valencia pierde con él una de sus cabezas mejor amuebladas y, sin duda, uno de sus más preclaros músicos. El vacío y el desamparo en que nos deja son, pues, enormes. Nos quedan su ejemplo y la profunda tristeza que da el saber que cuando en el Palau giremos la cabeza para buscar su presencia nunca más le volveremos a ver. Ojalá que mientras tanto alguna complaciente walkiria le esté agasajando como realmente merece y no tenga motivos para echarnos de menos. ¡Hasta siempre, Gonzalo, y desde donde estés no olvides ayudarnos, aunque sólo sea de vez en cuando, a combatir la mediocridad!- Rafael Díaz Gómez. Torrent.

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