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CAMPUS DE VERANO

BELBEL BUCEA EN LAS AMBIGÜEDADES DE CALDERÓN

El director y autor teatral analiza las zonas oscuras de 'El alcalde de Zalamea', la obra que estrenará el 22 de septiembre en Barcelona

Los clásicos son eternos porque están llenos de zonas oscuras que nunca terminan de comprenderse. Por eso, ningún montaje es definitivo. Con este espíritu ha abordado el autor y director catalán Sergi Belbel (Tarrasa, 1963) la puesta en escena de El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca. La particular lectura que ha hecho Belbel del clásico calderoniano aspira a recoger perfiles desconocidos de los protagonistas, pero sin tocar "ni una coma" del texto original.El montaje se presentará en Barcelona el 22 de septiembre (es posible que en diciembre llegue a Madrid) y es el resultado de la primera coproducción del Teatro Nacional de Cataluña y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Belbel, que participó ayer en el curso de verano que dedica la Universidad Complutense al teatro, subrayó que será "el primer clásico español que se hace en un teatro público catalán".

Del clásico de Calderón, a Belbel le atraen sobre todo sus ambigüedades, "esas riquezas que no son conscientes para el autor, pero que están ahí para que al cabo de los años alguien ponga una lupa sobre ellas y las interprete". El autor de Después de la lluvia sugiere, por ejemplo, que Calderón no deja cerrado en la obra si Doña Isabel, la hija del protagonista, Pedro Crespo, corresponde o no el amor que siente por ella el capitán Don Álvaro, el personaje que acaba violándola.

"Sabemos que Isabel le dice al capitán 'no me toques' con la boca", dice el director, "pero ¿quién sabe qué le dice con la mirada?", argumenta. Esta posible atracción de Isabel por el capitán, ausente en las visiones habituales de la obra durante más de tres siglos, será uno de los ejes del montaje de Belbel. También mostrará una interpretación innovadora del papel de Pedro Crespo, "que es listo, pero bueno, no. Todo lo que hace en el tercer acto es maquiavélico".

Premio Nacional de Literatura Dramática en 1996, Belbel, que antes de abordar la obra de Calderón había montado ya textos de Shakespeare, Molière, Racine o Goldoni, explica que su mayor motivación para dirigir a los clásicos es lo que puede aprender de ellos como autor: "Los buenos clásicos son los más imperfectos posibles según los manuales de teatro, pero convierten todas sus imperfecciones en virtudes teatrales".

Entre las "imperfecciones magníficas" de El alcalde de Zalamea destaca Belbel que Isabel sólo tenga un papel secundario en los dos primeros actos de la obra. "Habría que suspender a Calderón, porque en el tercer acto resulta que la que hasta entonces sólo era la niña mona se convierte casi en protagonista". El autor de Morir cree que esta anécdota es un buen ejemplo de lo que debe ser una adaptación. "No hace falta cambiar los textos, sino saber interpretar lo que dicen y lo que no dicen, buscar la riqueza de los personajes. Se puede dar un nuevo sentido al texto, sin tocarlo, a partir de algo que tú adviertes en él".

La opinión del director es que el clásico de Calderón comparte con otras obras maestras, como Hamlet, el atractivo de ofrecer "zonas muy oscuras" que no se explican en ningún manual, y que sólo se pueden entender por "la locura de los autores", que a veces "no respetan nada y les salen esos puntos oscuros sin saber por qué".

El reparto de este nuevo montaje de El alcalde de Zalamea tardó cinco meses en completarse. Hay actores catalanes y del resto de España -mitad y mitad-, por voluntad expresa del director. Roberto Quintano será Pedro Crespo; Jordi Daudé, Don Lope de Figueroa; Carmen del Valle, Isabel; Óscar Rabadán, Don Álvaro, y Pepe Villuela hará el papel de Rebolledo.

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