El incendio de la torre de televisión de Moscú queda sofocado tras cobrarse cuatro muertos
Más de 27 horas duró la lucha de los bomberos contra el incendio desatado en la torre de telecomunicaciones de Ostánkino, sin que se pudiera evitar la pérdida de vidas: cuatro personas perecieron al quedar atrapadas en uno de los ascensores que se desplomaron. El fuego, que estalló poco después de la una de la tarde del domingo, logró ser apagado sólo pasadas las cuatro de la tarde de ayer (hora peninsular española). Mientras tanto, ya ha estallado la polémica en torno a si es posible o no restaurar la alta torre, uno de los símbolos arquitectónicos de Moscú y orgullo técnico de Rusia.
Las personas a las que se había dado por desaparecidas el domingo y que se pensaba que estaban en un ascensor a más de 300 metros de altura fueron encontradas siete metros más abajo de la primera planta de la enorme torre, en un sótano que fue inundado durante el proceso de extinción del incendio. Los socorristas del Ministerio de Situaciones de Emergencia vieron el fragmento de un brazo y la capa de un bombero junto a la masa de hierro en que se había convertido el ascensor. Más tarde lograron identificar dos cuerpos: el del coronel Vladímir Artiujov, vicejefe del Directorio del Servicio Estatal Contraincendios del distrito Noreste de Moscú, y la ascensorista Svetlana Lóseva. Los otros dos cuerpos pertenecen a bomberos que ayer no habían sido identificados. Durante el día, los socorristas habían estado abriéndose paso a los ascensores que no habían caído al vacío y que estaban a más de 300 metros de altura. Encontraron dos elevadores, pero al abrirlos comprobaron que se hallaban vacíos. Aparentemente, no hubo más víctimas que los tres bomberos y la ascensorista. Las llamas llegaron ayer a menos de 70 metros de altura, amenazando con dejar sin televisión no sólo a Moscú y sus alrededores, sino a todo el país, pero los bomberos lograron detenerlas después de poner una serie de barreras y de cortar los cables. A pesar de la inclinación que ahora tiene la torre -de poco menos de cinco grados- y de que más de la mitad de los gruesos cables estabilizadores se rompieron debido al calor y las llamas, los expertos afirman que no hay peligro de que la torre se desplome. A lo largo del día, algunos especialistas habían advertido de que la torre, de 540 metros de altura, representaba una seria amenaza. Por si acaso, no se permite a la gente acercarse en un perímetro de 700 metros y el transporte por la Académico Koroliov, la calle que pasa junto a la torre de Ostánkino, fue suspendido. Aunque ya nadie piensa que la mole de más de 55.000 toneladas se venga abajo, hay quienes no descartan que pueda caerse la aguja que la corona.
El siniestro, desgraciadamente, era previsible, ya que la torre no cumplía las más mínimas normas antiincendios. Así al menos lo asegura el Ministerio del Interior, que cita un informe realizado hace menos de tres meses. El Servicio Contraincendios recomendó, después de la última inspección de Ostánkino, introducir 38 medidas con el fin de evitar la posibilidad de siniestros. Sin embargo, sólo la mitad de las recomendaciones logró concretarse antes del incendio. Pero no sólo tenía problemas de prevención. En el caso de que estallara uno, como sucedió el domingo, no había manera de llevar el agua más arriba de los 60 o 70 metros.
Construida en 1967, en plena época soviética, la torre de Ostánkino se convirtió en la construcción más alta del mundo, casi el doble de la Torre Eiffel, lo que era motivo de especial orgullo para los rusos. Nueve años más tarde, fue sobrepasada por la torre de Toronto, en Canadá, pero siguió siendo la primera de Europa. Ahora, de acuerdo a un proyecto que acababa de presentarse, quería recuperar el liderazgo gracias a una nueva aguja de 20 metros, que la hubiera hecho siete metros más alta que la de Toronto. .
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