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Tribuna:LA EXTRAÑA PAREJA.
Tribuna
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Todo va a peor

Juan José Millás

Tuve problemas con los controles de brillo de mi nuevo ordenador portátil y telefoneé a la casa para que me echaran una mano. Cogió el teléfono una señorita tan seductora que temí haber llamado a un teléfono erótico. Le dije un poco cortado que no me funcionaban los controles de brillo y ella me hizo las preguntas que te hace el pediatra cuando llevas al niño a la consulta.-Espero que no sea nada físico -añadió luego-, porque si es físico no creo que podamos arreglarlo por teléfono.

A mí me parece que son más difíciles de arreglar los daños psíquicos, pero no dije nada porque cada vez que decía algo me ruborizaba. Quedó en mandarme un driver a través del correo electrónico para ver si se arreglaba la cosa. Personalmente, no sé lo que es un driver. Tampoco sé lo que es la amoxicilina, pero si el pediatra me dice que le ponga al niño amoxicilina se la pongo. Confío mucho en los pediatras y en las señoritas. A las dos horas abrí el correo electrónico y, en efecto, había allí una cosa con aspecto de driver. Se lo administré al sistema y todo siguió igual, por lo que volví a llamar por teléfono a la señorita.

-Que le he dado el driver al niño, y sigue igual que antes.-Entonces va a ser un daño físico -respondió-. No podemos arreglarlo por teléfono.

La chica lo dijo compungida, creyendo que me daba un disgusto, pero yo estaba encantado de que mi portátil no tuviera problemas psicológicos; es más, en ese instante decidí no curarle el daño físico. A veces los llevas a que les arreglen el brillo y les estropean el fastopen, que es una facultad del alma.

Me coloqué, en fin, unas gafas de sol para contrarrestar el brillo y me puse a escribir un artículo sobre el hedonismo. Le había oído decir al Papa que es muy fácil caer en el hedonismo y no salía de mi asombro, pues a mí el hedonismo me huye desde la infancia. No comprendo por qué persigue a los católicos, que lo detestan, pudiendo hacer conmigo lo que quiera. En estas conjeturas estaba, cuando apareció en la esquina inferior derecha de la pantalla un monigote llamado Ayudante de Office, que empezó a hacer tonterías al tiempo que me decía lo siguiente:

-Parece que está usted escribiendo una carta. ¿Desea obtener ayuda?

Aturdido por aquella intromisión, le dije que no estaba escribiendo una carta y le ordené ocultarse.

Al cabo del rato, sin embargo, pensé que lo que de verdad me pedía el cuerpo era escribir una carta. Quizá, me dije, hacer lo que te pide el cuerpo sea una forma de hedonismo. De modo que abandoné el artículo sobre el hedonismo y me puse a practicarlo con una carta al sumo pontífice, ya ves tú mis vicios. Quería preguntarle por qué persigue con esa furia a los homosexuales, que no le han hecho nada, y recibe en audiencia a Haider, sabiendo de sobra que las prácticas sexuales del fascismo parecen sacadas de una autopsia como la que ha tenido que hacerle a Antonio Fonseca un forense de pago (el de la Seguridad Social dice que no vio los hematomas porque el muerto era negro y había poca luz). Esas prácticas sexuales con hematomas, le sugería yo al Papa, sí que son de ponerle a uno los pelos de punta, aunque no sean pecado.

En esto, apareció de nuevo el Ayudante de Office y no dijo nada, pero se puso a hacer tonterías en la parte inferior de la pantalla. Ya saben las tonterías a las que me refiero: a veces, se le enciende una bombilla, como si hubiera tenido una idea mejor que la tuya, y otras veces mira de reojo el texto y se rasca la cabeza como si dijeras cosas disparatadas o irreales. Harto ya de sus insinuaciones, pinché el icono correspondiente y le pedí que se ocultara. La respuesta fue sorprendente:

-Ya me ha ocultado varias veces -dijo-. ¿Desea ocultarme de nuevo o desactivarme permanentemente?

Le ordené en un arranque de ira que se desactivara permanentemente y al poco me atacaron los remordimientos. Temí haberlo enviado al infierno, porque en la papelera de reciclaje miré y no estaba. Angustiado, llevé el ordenador al taller, para que restituyeran al Ayudante de Office y lo han restituido, pero creo que no es el mismo. Éste es menos hedonista, y se parece a Haider. Además, me han estropeado el fastopen, así que ahora, sobre el problema físico, tenemos uno psicológico. Todo va a peor.Jörg Haider

El fascista austriaco será recibido por su santidad

el próximo mes de diciembre

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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