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AUTOMOVILISMO

El fenómeno discreto

Fernando Alonso, el hombre de moda del automovilismo español, se siente desbordado por los acontecimientos. Ya se notó el sábado, en lo más alto del podio del circuito de Spa Francorchamps, mientras sonaba el himno español en homenaje al ganador de la última carrera de la temporada en F-3000. Alonso estaba allí arriba tenso, reflejando más apuro que felicidad, porque fuera de su monoplaza se transforma. El piloto agresivo y seguro de sí mismo se convierte en un chaval tranquilo, tímido y hasta sobrepasado por todo lo que se mueve en la antesala de la F-1.Para muchos, la primera victoria de este ovetense de 19 años será una sorpresa, pero atendiendo a la gente de su entorno y a los entendidos en la materia se ha retrasado más de la cuenta. Pese a tratarse de su primera temporada en la F-3000, los reveses de Alonso han tenido más que ver con la máquina que con su inexperiencia. Otro en su lugar se hubiese desesperado con problemas tan ridículos como la rotura de un cable o errores de los mecánicos que provocaron su descalificación.

Unos días antes de su última carrera de la temporada, Fernando Alonso declaraba a La Nueva España: "Dentro del coche yo no tengo miedo a nada". Ni a nadie, cabría añadir, observando su desparpajo ante pilotos que le sacan unos cuantos años y un montón de kilómetros con los F-3000. Ya lo demostró a finales de la pasada temporada, cuando Minardi le dio la oportunidad de probar un F-1 en Jerez y a las primeras de cambio rodó en los mismos tiempos que Marc Gené. El descaro del chaval provocó el debate e incluso alguna desavenencia en la escudería sobre la conveniencia de adelantar el salto de Fernando Alonso a la categoría reina.

Esa seguridad al volante sólo se puede entender como una predisposición genética, potenciada por un entorno que le familiarizó con el olor a gasolina desde que nació. A los dos años ya conducía un kart, y a partir de ahí ha ido siempre por delante de sus competidores. Así hasta que el año pasado saldó su debú en el Open Nissan con la victoria en el campeonato, completando con éxito el salto desde los karts a un coche de verdad, con tres pedales y mucha más potencia.

Los que hace un año aseguraban que Alonso podría ser el primer español en proclamarse campeón de fórmula 1 ya no son tomados por locos. Los resultados y el comportamiento del piloto asturiano respaldan ese pronóstico, emitido, entre otros, por dos de sus antecesores en la categoría reina, Luis Pérez Sala y Adrián Campos. Éste último es, además, su manager y más rendido admirador.

En realidad, Fernando Alonso siempre ha sido más reconocido fuera que en casa. Pese a que últimamente ha calado la impresión de que nos encontramos ante un auténtico fenómeno, Fernando todavía puede pasear por Oviedo sin sentirse observado a cada paso, algo que agradece su carácter introvertido.

Ayer, pocas horas después de su resonante éxito en Bélgica, aterrizaba junto a su padre en el aeropuerto de Asturias, donde sólo era recibido por dos periodistas y por Daniel Alonso, ex piloto avilesino de rallies e hijo del dueño de la única empresa asturiana que se ha implicado en el patrocinio de su proyecto deportivo, Danima.

Uno de los hitos de Fernando Alonso está relacionado, precisamente, con su próxima llegada a la F-1 sin necesidad de aportar un patrocinador, como ocurre con la mayoría de los pilotos. Tiene firmado un contrato con Minardi para dar el salto en 2002, pero sus resultados han reabierto el debate. Fernando espera noticias de su manager para finales de septiembre o comienzos de octubre.

Alonso sostiene que le resulta más fácil adaptarse a un F-1 que a un coche de Fórmula 3000. Tras muchos años frenando con el pie izquierdo y acelerando con el derecho en los karts, le resulta más sencillo acostumbrarse a un F-1.

Ahora "todo se trabaja más en los despachos que en la pista. Espero estar en la F-1 el próximo año, pero soy consciente también de que es muy difícil entrar, sólo hay 22 pilotos en el mundo que pueden hacerlo y hay muchísimos más que están en las misma situación que yo", señaló ayer, poco antes de descolgar el teléfono de su casa y desconectar el móvil.

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