Cacho se rompe
El soriano se lesiona en Padua y peligra aún más su presencia en Sydney
Fermín Cacho dijo ayer casi adiós a los Juegos Olímpicos de Sydney. El atleta soriano se lesionó a los 80 metros de un 1.500 que intentaba correr en la modesta reunión de Padua (Italia) para probarse por primera vez oficialmente en la temporada. Debut y despedida. Al final de la primera recta, apenas con la primera aceleración, se resintió de una lesión en el tendón de Aquiles de la pierna izquierda, y tuvo que abandonar. Aunque dentro de la gravedad, y tras una temporada aciaga, los primeros exámenes fueron positivos al no detectársele ninguna rotura, en las próximas horas se sabrá el alcance de la lesión y si se le cierran definitivamente las puertas olímpicas. Lo que sí es seguro es su ausencia en los Campeonatos de España del próximo fin de semana en Barcelona."Paciencia y tranquilidad", pedía ayer desde Padua el representante de Cacho, Miguel Ángel Mostaza, siempre optimista dentro de la realidad. "No debemos ni ponernos nerviosos ni nada parecido. Esto es así. En los años olímpicos siempre hay problemas, porque los atletas van al límite y lo que ocurre es que muchas veces no se conocen". Mostaza recordó, por ejemplo, las lesiones que arrastraron Abel Antón, campeón, y Martín Fiz, octavo, antes de los Mundiales de Sevilla 99.
El caso de Cacho, sin embargo, es sensiblemente más grave. "Él se encontraba muy bien después de unos entrenamientos en Soria, y quería hacer sobre 3.36 para demostrar que estaba fuerte", dijo Mostaza. Pero no pudo. En un control hecho el martes en el estadio de Los Pajaritos soriano, sólo acabó en 3.44.1, pero con un molesto viento y tanto él como su entrenador, Enrique Pascual, se habían mostrado optimistas. "Estoy satisfecho. He tenido buenas sensaciones", comentó el atleta. Pascual incluso añadió: "Tendrá tiempo suficiente para llegar con garantías a Sydney". Pero ya se curó en salud: "Si no surge algo imprevisto". Y ha surgido. Ya escogió Padua, dos días después del Memorial Van Damme de Bruselas, el viernes, donde no podía exponerse a quedar descolgado en la milla como le sucedió a Reyes Estévez, el otro damnificado del 1.500. José Antonio Redolat sube otra vez enteros.
En el filo de la navaja
Cacho está en el filo de la navaja de una temporada olímpica nefasta. Empezó tarde, con las secuelas de una lesión de rodilla tras su ya meritorio cuarto puesto en los Mundiales de Sevilla 99 y continuó con sus prioridades familiares. Esperaba el nacimiento de su hija Macarena tras un embarazo frustrado de su mujer y todo ello sin olvidar que a sus 31 años ha conseguido ya lo que ningún otro atleta español ha logrado: campeón y subcampeón olímpico, subcampeón mundial, campeón y plusmarquista europeo. Y para colmo, el maldito tendón de Aquiles ya le avisó en febrero, por lo que ni en marzo ni en abril pudo entrenarse. Demasiado para un año tan importante. Lo que ha hecho desde mayo es jugar con fuego. No forzar excesivamente para no romperse, pero sí lo suficiente para ser competitivo. Y cuando parecía haber llegado al equilibrio, aunque fuese con el tiempo justo, porque base de calidad y de trabajo de años tiene sobradas, aparece la nueva lesión. Quizá la definitiva."En 48 o 72 horas, en Soria o en Madrid, sabremos con una resonancia magnética el alcance de la lesión", comentó Mostaza. "De momento, reposo. Puede tener una pequeña rotura de fibras tendinosas, pero lo peor de este tipo de lesiones es que son muy caprichosas. Suelen molestar y doler siempre, y aunque a veces lo puedes soportar, en cualquier caso te altera los entrenamientos".
Cacho tenía reservas para el hotel en Barcelona e iba a correr los Campeonatos de España, condición indispensable, salvo imponderable, como parece el caso, para que el comité técnico de la Federación Española confirme su plaza olímpica obtenida por méritos de marca y puesto en los Mundiales. Sobre su posible renuncia, Mostaza, optimista hasta el final, señaló: "Hasta analizar el alcance de la lesión no se puede decir nada, ni mucho menos". Redolat, espera.
En la misma reunión de Padua, Iván Pedroso saltó 8,25 metros.
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