_
_
_
_
Reportaje:

Como reyes

"Toménse la subida con calma. Vayan parando en los descansillos, que son casi 100 escalones y cuesta subirlos". Blanca Hernández, guía turística del Ayuntamiento de Madrid, lanza la advertencia a un grupo de turistas acerca de lo que les espera: 98 escalones para llegar al recién rehabilitado mirador del Retiro, un ventanal al que se sube por el interior de la estatua de Alfonso XII, en el parque del Buen Retiro, junto al lago. Es el inicio de una nueva ruta turística por el parque que sólo se puede recorrer los domingos, de 10.00 a 14.00. Cuesta 500 pesetas y dura más de dos horas."Los turistas empiezan con mucho ánimo, pero luego se desfondan a mitad de la subida", explica Blanca Hernández. La primera decena de escalones sirve para calentar las piernas. Los 10 siguientes ya obligan a forzar la respiración. La cámara de fotos empieza a pesar. A los 30 ya hay a quien le falta el resuello. Entonces hacen un descanso y aprovechan para fijarse en el hueco de la estatua.

Las paredes son de ladrillo y la escalera, metálica. Todo está recién reformado. "Qué bonito ha quedado, con el ladrillo tan rojo", exclaman unas señoras, entre resoplidos. Una vez recuperado el ritmo de la respiración, los turistas siguen escaleras arriba. Gracias a los minutos de descanso, el escalón 40 lo pasan a buen ritmo, pero allá por el 50 empiezan a notar de nuevo las piernas cansadas.

El escalón 60 obliga a otro parón. Unos minutos de pausa y prosiguen. En el escalón 70 ya empieza a llegar la luz natural y con ella se vislumbra el final de la ascensión. En el 80 se ve una parte del mirador. Los 10 últimos peldaños son los más espectaculares. Hasta se olvida el cansancio. En el 85 se ven los cuatro ventanales del mirador. Y en el 90, el sol deslumbra. Sólo quedan ocho. Al llegar a la cima el esfuerzo y el cansancio se dejan a un lado. La vista que los turistas tienen del parque y de la ciudad eclipsa por instantes cualquier sensación previa.

El ventanal con el que se topan los visitantes ofrece una panorámica completa del estanque, que queda debajo, y de los tejados de las viviendas del centro de Madrid. El lugar permite disfrutar de la panorámica de la que goza Alfonso XII desde su estatua.

El mirador del Retiro tiene forma rectangular y cristales en los cuatro frentes.

Cuando el turista cree que ya ha agotado la vista frontal puede girar su mirada a los laterales. A través de ellos la frondosidad del parque resulta chocante aun en pleno agosto. Los árboles son tantos y tan altos que tapan el palacio de Cristal.

Unos pasos más y los turistas pegan la nariz al ventanal trasero. Desde allí, su vista alcanza las torres de Valencia y la estatua del general Martínez Campos. "Qué vista del Retiro se debe tener desde esos pisos tan altos", comenta ensimismada una mujer.

La mujer, aún impresionada por la vista de esos privilegiados, camina hasta el ventanal de la derecha. Desde allí, la vista permite intuir la montaña artificial, el quiosco de la música y, a lo lejos, los pisos más altos del barrio de Salamanca.

Tras recorrer el cuadrilátero, enfila de nuevo los 98 escalones. "Menos mal que ahora sólo toca bajarlos", suspira. Los turistas descienden las escaleras sin esfuerzo, casi sin pensar en ello. En su memoria aún están grabadas las imágenes que han podido disfrutar desde la atalaya de Alfonso XII. Pero las postales que llevan en su memoria comienzan a difuminarse en la oscuridad de la escalinata.

Cuando los excursionistas llegan abajo y salen de la estatua, el sol les vuelve a deslumbrar. En su cara aún permanece una sonrisa: "Ha merecido la pena la subida a pesar de los casi 100 escalones".

Sólo ha sido el comienzo de una ruta turística en la que van a recorrer todo el parque y en la que se tarda unas dos horas y media, "algo más si los turistas son viejitos", aclara la guía.

De la estatua, la expedición turística parte con ritmo pausado hacia la fuente de los Galápagos. De camino, la guía explica la historia del parque: "Su origen está en los cuartos reales del monasterio de los Jerónimos. El primer monasterio lo hizo Enrique IV, hermano de Isabel la Católica, en el siglo XV...". Blanca Hernández lo explica todo "muy clarito" y "si alguien tiene dudas que pregunte de nuevo". "Carlos I construye los cuartos reales para su retiro espiritual, de ahí que recibiera el nombre de parque del Buen Retiro...".

Todo empieza a encajar para los curiosos turistas. Las claves del parque comienzan a descifrarse. Ahora todo se ve de otra manera. El Retiro no es ya sólo un lugar de ocio, sino además una reliquia histórica de la ciudad que conociendo se disfruta aún más.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_