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Perfecto

Manuel Rivas

Todos los observadores coinciden. El principal obstáculo del candidato Al Gore en su carrera hacia la presidencia es que es "demasiado perfecto". Él mismo es consciente de ese terrible defecto. "Hablo demasiado de temas profundos", confesó con pesadumbre en la convención demócrata. El opositor republicano George Bush junior ve el hueco abierto y se presenta como uno más, un "hombre común", que vete tú a saber lo que hoy es eso, que lo mismo da para un pollopera que para un caradura. En caso de dudas, siempre puede apelar a un clásico, su propio padre, un filósofo del profundo existencialismo petrolero. "Tengo mis propias convicciones", dijo un día el Bush senior, "pero no siempre estoy de acuerdo con ellas".En octubre, Gore y Bush tendrán que debatir tres veces en televisión. Hasta entonces vamos a asistir a un entrañable esfuerzo del equipo de campaña demócrata para demostrar que Gore no es tan perfecto como se le acusa. Su círculo ya ha filtrado que, de niño, suspendió plastilina un trimestre. Tommy Lee Jones, su compañero de habitación en la universidad, dio a entender que Al Gore roncaba. Un profesor de literatura declaró, indignado, que Gore se tomó una vez la libertad de escribir al revés el nombre del refinado poeta T. Eliot, con el resultado de Toilet, es decir, Retrete. Se avecinan grandes escándalos. Una noche, Al se zampó la tarta de fresa que su mujer había preparado amorosamente para los cuatro niños. Un vecino asegura que, en una barbacoa, el susodicho se agarró un tremendo colocón con mosto sin alcohol. Y empiezan a aparecer damnificados por su peligrosa inclinación a socorrer al débil. Un ciego denunció que el joven Gore le obligó a cruzar una calle de su mano, pese a la resistencia del invidente, que iba en otra dirección.

Pero no dejan de ser parches. Lo que tendría que hacer Gore es aprender de los que saben. Para empezar, negarse a los debates en televisión, que son un atraso. Silenciar a una Julia que emite en Alaska. Regalar unos billones a las eléctricas y otros de tacón en licencias de telefonía móvil. Y cerrar como un señor la campaña con una cita de Aznar, digo de Mae West: "Cuando soy buena, soy muy buena; pero cuando soy mala, soy mejor".

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