LOS RETOS DE UN JOVEN DIRECTOR DE ORQUESTA
Pocos músicos españoles tienen la oportunidad de dirigir una orquesta con sólo 20 años. El director y compositor madrileño Pedro Halffter, que ahora tiene 29, lo consiguió, pero no olvida que es un afortunado. "En España hay muy pocas oportunidades para los directores jóvenes", se queja, "la diferencia con Alemania o Inglaterra es que aquí se despilfarra en grandes conciertos a los que asiste muy poca gente, en lugar de ofrecer actuaciones en los auditorios todos los días para crear afición".Otro mal endémico que acusa Halffter es la falta de criterio: "Con frecuencia se traen directores extranjeros de segunda o tercera división y no se tiene en cuenta que en España los hay mucho mejores". De la formación que reciben los músicos españoles no tiene queja, pero subraya que "falta orientación para el músico que acaba y no sabe lo que tiene que hacer luego". Halffter resume con una tautología el mayor reto que afrontan los aspirantes a directores al comienzo de su carrera: "El principal obstáculo para dirigir una orquesta es disponer de la orquesta".
Generoso con los que empiezan, a los que quiere dar la oportunidad que a él le hubiera gustado tener, Halffter dirige esta semana un taller en la Universidad Complutense. El fin es permitir que 10 jóvenes músicos se enfrenten por vez primera a un conjunto profesional, en este caso, la Orquesta de Cámara Andrés Segovia. "Un solista tiene el piano o violín a su alcance para practicar siempre que quiera, depende de sí mismo para adquirir experiencia. Pero un director sin orquesta no llega a ningún sitio", argumenta.
Después de las sesiones teóricas y las prácticas con piano, los diez alumnos -entre los que hay profesores, compositores y algún aspirante a dirigir profesionalmente, todos ellos becados con estudios superiores de música- se enfrentan cada día durante media hora a los once músicos que colaboran con el taller.
"Lo más difícil para un director es que la orquesta suene tal y como él interpreta la partitura, claro que para ello hace falta que antes sepa lo que quiere oír", dice Halffter, y añade que en este sentido "las dificultades que ofrece dirigir una orquesta de cámara son básicamente las mismas que ofrece dirigir una sinfónica, afinación, conseguir el máximo de ajuste".
Así, los músicos siguen al futuro director como si de un ensayo real se tratara, y el alumno reconoce sus propios errores a partir de lo que suena. En alguna ocasión los músicos han tenido que pararse ante la falta de expresividad de algún alumno. La gestualidad ocupa buena parte de los consejos de Halffter: "La orquesta no responde a los gestos como uno piensa cuando practica delante del espejo, a veces parece que se está gesticulando exageradamente y es posible que para la orquesta no sea suficiente. Es necesario conseguir que la orquesta suene como uno quiere sólo con el movimiento de las manos, sin que haga falta hablar".
El repertorio elegido para el taller parte de Bach y alcanza el siglo XX. El resultado de los ensayos se plasmará esta tarde en un concierto en el que los participantes sumarán al reto de enfrentarse a una orquesta el de hacerlo delante del público.
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