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Tribuna:ASTE NAGUSIA
Tribuna
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BombaPEDRO UGARTE

Fue hace así como dos meses, en Elorrio, donde la cuadrilla habíamos acudido a realizar una resuelta barbacoa. En las rondas de vinos precedentes, atravesando la Calle del Río de la noble villa (no menos noble, a fe mía, que Bilbao) un amigo tramaba por lo bajo algunas frasecitas y de vez en cuando exclamaba, con voz más contundente: "Bomba". El fraseo adquirió cierto ritmo, pero aún así yo no acerté a explicarme de qué se trataba.Y sin embargo no tardé mucho tiempo en comprenderlo. Fue como los primeros ejemplares de langosta que caen del cielo, aquí y allá, casi distraídamente, antes de la auténtica plaga; fue como Charlton Heston cuando descubría en el suelo unas insignificantes hormigas antes de la masiva marabunta que se le vendría encima en una célebre película. En efecto, la "bomba" de mi amigo era el apunte preliminar de la tonada del verano, de la marea musical que se nos ha filtrado hasta los tuétanos.

En la Aste Nagusia ya he oído el terrible soniquete. No me hacía ilusiones al respecto. Tras la primera bomba de mi amigo, todo ha sido un bombardeo. La tonada se ha convertido en tonelada. Las radios la repiten. Los altavoces de los bares la amartillean sin cesar. En la televisión surge sin pausa: en promoción de algunos mix de verano o como fondo a los anuncios de un producto comercial. Huido durante una semana en las cálidas playas de Menorca, incluso allí (o quizás aún más allí) La bomba surgía sin tregua por todas partes. Estaba en boca de los animadores de hoteles, de los músicos callejeros; estaba en el fondo de las tripas de todos los transistores.

Ni siquiera las revistas del corazón nos han dado tregua: descubro en una de ellas a un individuo de aspecto estrafalario (una especie de cruce entre Rappel y jefe de tribu del Alto Níger) que responde al nombre de King Africa y que aparece siempre acompañado de unas señoritas morenas con pelo afro modelo años 70. King es el responsable del engendro (ni siquiera de su composición: tan sólo de la epidemia). Cualquier parecido con B.B. King, por supuesto, es una pura coincidencia.

Presiento que ninguna canción de verano ha tenido un despliegue más contundente, presiento que ninguna ha surgido con semejante convicción, dispuesta a invadir las calles durante dos o tres meses antes de perderse irremisiblemente en el vacío. Creo, con total sinceridad, que no nos merecíamos esto.

Claro que una de las pequeñas tragedias del intelectual contemporáneo es la caída diaria en las lacras que sanciona y critica. A mí, en particular, la voz de King Africa me solivianta (hay en ella algo desorbitado, estridente, desgarrador) pero he llegado a sorprenderme a mí mismo tarareando "bomba" por la calle, como una víctima más, e irremisible, del contagio general.

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